Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

viernes, 2 de octubre de 2020

Miguel Hernandez estuvo en la batalla de Teruel no lo cotó en su poemario "El hombre acecha".

 Miguel Hernandez estuvo en la batalla de Teruel nos lo cotó en su poemario "El hombre acecha".

Puñaladas en la República: el olvidado plan comunista para destruir a Indalecio Prieto

Según escribió el ministro de Defensa, los asesores soviéticos dejaron morir a miles de soldados del Ejército Popular en la batalla de Teruel para achacarle a él la derrota

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Los sucesivos cercos de Teruel salieron muy caros a los dos bandos de la Guerra Civil por culpa de las balas, las inclemencias climatológicas (los soldados soportaron unas temperaturas que oscilaban entre los seis y los veinte grados bajo cero) y el hambre. La denominada batalla del frío, acaecida entre diciembre de 1937 y febrero de 1938, se cobró 100.000 bajas y una reputación: la del entonces ministro de Defensa, Indalecio Prieto. El mismo personaje que, junto al socialista Francisco Largo Caballero, se ha convertido en el epicentro de la controversia debido a la ley de Memoria Democrática.

Prieto, en perpetuo enfrentamiento con los asesores comunistas enviados desde la Unión Soviética, repitió hasta la saciedad que la

 retirada de las tropas de la ciudad y el abandono a su suerte de la 42 División de Valentín González (El Campesino) se correspondía con un plan urdido para hundirle en la miseria. «A fin de ver la manera de asestarme el golpe final, hubo concilio ruso hispano, “Hay que utilizar la pérdida de Teruel para liquidar a Prieto”, decretó Gueré, uno de los delegados del Kremlin», escribió el político en su libro «Convulsiones de España», tras la Guerra Civil. También insistió en que todos ellos recibían órdenes de Moscú.

La batalla de Teruel

Octubre de 1937 fue clave en la contienda fratricida. Con las fuerzas republicanas todavía acomodándose a la reorganización emprendida por Largo Caballero, el bando Nacional decidió intentar asediar de nuevo Madrid. Así, por enésima vez, Francisco Franco desplazó a catorce divisiones hasta las tierras altas de Guadalajara y Soria. La respuesta del general Vicente Rojo fue no presentar batalla allí, sino organizar un ataque de distracción sobre Teruel, en el extremo este del frente franquista y donde no había un número exagerado de defensores. El objetivo consistía en obligar al enemigo a desplazar el grueso de sus unidades y permitir respirar a la capital.

El 15 de diciembre de 1937, doce divisiones republicanas iniciaron la embestida contra Teruel. Su plan, sencillo sobre el papel, era rodear la ciudad y conquistarla a golpe de fusil, carros de combate y aviación. La primera parte salió a la perfección y, apenas un día después, las tropas gubernamentales ya habían cortado el estrecho pasillo que unía la urbe con el resto del territorio Nacional. Tuvieron suerte, pues el 16 un temporal de viento y nieve impidió los avances. Aquel fue el primer golpe de realidad para unos soldados que no portaban ropa de abrigo con la que combatir el frio. El 17 se cerró el cerco de forma definitiva.

Indalecio Prieto
Indalecio Prieto

La ciudad cayó, de facto, el 18, aunque varios reductos Nacionales se mantuvieron firmes varias jornadas más. El contrataque de Franco se comenzó a pergeñar el 21, día en que se reunió con sus oficiales y les comunicó que abandonaba Madrid para centrarse en el nuevo frente. Tras unas escaramuzas como tal, la verdadera batalla se inició el 29, cuando las unidades nacionales lanzaron fuertes ataques contra los sitiadores. En ese momento comenzó la pesadilla para el Ejército Popular, que pasó de saborear la victoria a verse, ahora, rodeado por el enemigo. Por si fuera poco, una nueva ola de frío emporó todavía más la situación.

El 20 de febrero, cuando ya se había seleccionado a Valentín González como cabeza visible de la defensa, se culminó el desastre republicano. Esa jornada, un problema en la radio dejó sin comunicaciones al Campesino, que no pudo escuchar como la segunda línea de defensa recibía la orden superior de retirarse y abandonar la ciudad. Tuvo que verlo, para su asombro, desde su puesto de mando. Poco a poco el cerco se estrechó. Metro a metro, barrio a barrio. Mientras, los heridos empezaron a agolparse en las plazas. Nadie podía marcharse, pues los franquistas habían rodeado Teruel.

Batalla de Teruel
Batalla de Teruel

Y así se acabó todo. Sabedor de que no recibiría refuerzos (ni siquiera los del general Enrique Líster, ubicados en las cercanías) el Campesino ordenó a su 42 División la retirada. Los heridos fueron abandonados a su suerte y el material destruido para que no cayera en manos del enemigo. Horas después, rompió el cerco franquista y pasó a territorio republicano. El general Aranda accedió a la ciudad el 22 de febrero. La victoria era suya, aunque había costado miles de bajas y la destrucción virtual de una urbe que, en dos meses, soportó desde bombardeos, hasta la voladura de edificios por parte de un Ejército Popular que vio en los explosivos la mejor forma de desalojar los últimos núcleos de resistencia.

Complot comunista

Las consecuencias de la derrota fueron un disparo al ministro de Defensa, Indalecio Prieto, que acabó cercado y perseguido por los comunistas. La presión le hizo dimitir en marzo de 1938, tras lo cual se despachó contra sus superiores por acusarle de sembrar el desánimo: «El presidente me acusa de pesimista y de desmoralizar con mi pesimismo a quienes me rodean, asegurando que todo el mundo sabe, por mis indiscreciones, que la guerra está perdida». Las palabras le costaron la chanza de Jesús Hernández Tomás, cofundador del PCE, quien, el 20 de marzo, se burño de él bajo pseudónimo en un artículo titulado «El pesimista impenitente».

En el exilio, Prieto defendió la teoría de que los comunistas y sus asesores soviéticos habían urdido un complot para acabar con él. Así lo explicó en su libro: «Convulsiones de España»: «A fin de ver la manera de asestarme el golpe final, hubo concilio ruso-hispano. “Hay que utilizar la pérdida de Teruel para liquidar a Prieto”, decretó Gueré, uno de los delegados del Kremlin, secundado por Stepanov, que acababa de hacer un rapidísimo viaje a Moscú, de donde traía instrucciones concretas […] ¿Y cómo se perdió Teruel? Valentín González, El Campesino, que con su división estaba encargado de defender la plaza, lo cuenta». Después, recoge las palabras del Campesino:

Lister
Lister

«A comienzo de 1938 se trataba de repetir la operación con Indalecio Prieto, que al frente de la Defensa Nacional empezaba a hacerse insoportable para el Kremlin. Pero ¿cómo deshacerse de él? Su prestigio era grande, sobre todo después de la venturosa operación de Teruel, quizá la más venturosa -con la heroica defensa de Madrid- de toda la guerra. No podría decir em cuál de las reuniones políticomilitares secretas de los agentes del Kremlin se adoptó el acuerdo de sacrificar Teruel; lo que puedo asegurar es que el maquiavélico plan fue confiado a los generales Grigorievitch y Barthe. Teniendo un gran alcance político, debió intervenir en la decisión el delegado político número uno del Kremlin».

El testimonio no tiene desperdicio. Según el Campesino, le ordenaron dejarse rodear por los Nacionales y servir de cebo para que las divisiones de Líster, a su vez, pudieran atacar por retaguardia al enemigo.

El Campesino (a la derecha)
El Campesino (a la derecha)

«Siguiendo las órdenes recibidas, yo me dejé cercar dentro de la población con unos dieciséis mil hombres de mi división. Modesto y Líster disponían de seis brigadas y de dos batallones excelentes fuera de la ciudad. El trato hecho era que atacarían fuertemente y por sorpresa y que me liberarían con mis tropas. Pero pasaron algunos días con sus noches y nada hicieron. Habría de enterarme más tarde de que a los que se ofrecieron a socorrerme los amenazaron de muerte. Convencido de que no me llegaría ya ningún socorro de fuera y de que seríamos liquidados si caíamos en manos de Franco, decidí jugarme el todo por el todo y romper el cerco. Emprendimos una lucha protegidos por la oscuridad de la noche, que duró cerca de cinco horas. Salvé alrededor de once mil hombres».

Al llegar a retaguardia, mantuvo una reunión con los oficiales. «En tonos violentos exigí la liquidación de Líster, que me había abandonado miserablemente». Pero, en sus palabras, los rusos le protegieron como «a una de sus criaturas». «Era evidente que habían querido deshacerse de mi para arrojarle mi cadáver al ministro de Defensa Nacional y convertirme, además, en una bandera». Si es cierto, o la mera invención de un oficial dolido por haber sido abandonado, es difícil de saber.

domingo, 27 de septiembre de 2020

Vuelve el Otoño Hernandiano para celebrar en Orihuela a Miguel Hernández. 110 aniversartio de su nacimiento.

 


Vuelve el Otoño Hernandiano para celebrar en Orihuela a Miguel Hernández en el aniversario de su nacimiento

25 septiembre, 2020

La concejala de Cultura del Ayuntamiento de Orihuela, Mar Ezcurra, ha presentado esta mañana junto al director de la Fundación Cultural Miguel Hernández, Aitor Larrabide, la programación cultural preparada para celebrar el Otoño Hernandiano en homenaje al poeta oriolano Miguel Hernández.

Como ha confirmado la concejala de Cultura, “este otoño hernandiano constará de una treintena de actos que se desarrollarán durante los meses de Octubre y Noviembre adaptándose a los protocolos sanitarios provocados por la Covid-19. Actividades que incluyen música, exposiciones, rutas culturales, presentaciones de libros, conferencias, recitales poéticos, una nueva edición de encuentros con la poesía, talleres infantiles…”

Así, las actividades en homenaje a Miguel Hernández comienzan el 1 de octubre con la apertura de la exposición “Adolfo Lizón, intelectual oriolano. Un escritor heterodoxo” que se podrá visitar en el Museo Sorzano de Tejada de la Fundación Pedrera hasta el 30 de noviembre.

Se trata de una colección de artículos personales, retratos, obras literarias, escritos… del escritor, poeta, periodista y profesor oriolano Adolfo Lizón Gadea, quien mantuvo una estrecha amistad con el círculo de amigos de Miguel Hernández, a quien apenas conoció debido a la diferencia de edad y por quien siempre profesó una inmensa admiración poética.

Otra de las importantes exposiciones que abrirán sus puertas durante el Otoño Hernandiano en Orihuela será la titulada “Dos miradas sobre Aleixandre: Joaquín Alcón y José Lamarca”, que se instalará en la Sala de Exposiciones Miguel Hernández, junto a la Casa Museo.

           “Se trata de un magnífica exposición fotográfica sobre el premio nobel y su relación con el poeta oriolano, a quien tanto apoyó en vida y a su familia tras su muerte”, ha adelantado Mar Ezcurra, quien también ha anunciado que tras la colaboración de la concejalía de Cultura con la asociación de Amigos de Vicente Aleixandre para la organización de esta exposición en Orihuela, la asociación ha donado a Orihuela un tozo de suelo de la biblioteca de Vicente Aleixandre de su casa en Madrid, “un suelo que fue pisado entre otros por Lorca, Neruda, Cernuda y el propio Miguel Hernández, quienes iban con frecuencia a su casa. Ahora, y gracias a la generosidad de la asociación Amigos de Vicente Aleixandre, ese trozo de historia quedará para siempre en Orihuela”.

También se incluye en esta programación cultural  una nueva edición de Encuentros con la Poesía, que se traslada a la Biblioteca Municipal María Moliner, debido a las normas de reducción de aforo. Así, todos los miércoles a las 19,30 horas se darán cita conocidos poetas de la zona coordinados por el oriolano José Luis Zerón. Poetas como Joaquín Juan Penalva, Mariano Sánchez, Fernando Mañogil o Juana Marín.

Dentro de esta programación, el periodista y escritor oriolano Paco Escudero ofrecerá una conferencia titulada “Miguel Hernández, vigencia de los valores poéticos y humanos”, el 23 de octubre, así como un recital poético y concierto junto a Fraskito el 13 de noviembre en la Lonja, que también acogerá el concierto de Isamil9 el 30 de octubre y organizado conjuntamente por la concejalía de Cultura, el Ateneo Socio Cultural Viento del Pueblo y la Fundación Cultural Miguel Hernández, y el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández CV, el sábado 21 de noviembre.

Todos los sábados de octubre a las 11 horas tendrá lugar una ruta cultural por los lugares relacionados con la vida y obra del poeta. Así como en la biblioteca municipal María Moliner se realizarán talleres infantiles para dar a conocer a los más pequeños la poesía de Hernández.

Presentaciones de libros, homenajes poéticos y demás actividades culturales conforman esta programación que pretende recordar y celebrar al poeta Miguel Hernández en la ciudad que lo vio nacer.

 

Datos recogidos por Ramón Palmeral

 

martes, 4 de agosto de 2020

I Homenaje Virtual a Miguel Hernández

Homenaje Mundial Virtual a Miguel Hernández en Facebook, lo administra Yoossett Huelva:

https://www.facebook.com/groups/756932798447867/?multi_permalinks=772638003544013&notif_id=1596985500722639&notif_t=feedback_reaction_generic&ref=notif


La Fundación Cultural Miguel Hernández ha colaborado este fin de semana pasado en el I Homenaje Virtual a Miguel Hernández, organizado por el Capítulo de Valencia de  la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional, presidido por José Romero Muñoz, también coordinador del proyecto, en el que se ha pretendido recordar al poeta de Orihuela desde las casas de los participantes, confinados por el estado de Alarma decretado por el Gobierno de España con motivo de la Covid-19.
En el Homenaje, promovido por José Hoyo, presidente de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional, han participado, además de los organizadores, el director de la Fundación Cultural Miguel Hernández, Aitor L. Larrabide, que ha ofrecido una semblanza del universal poeta oriolano, y trece poetas procedentes de once localidades españolas, que recitaron poemas propios o de Miguel Hernández: Madrid (Mª. Carmen Aranda, Antonio Portillo), Málaga (Rafael Luna), Badajoz (Antonia Cerratto), Valencia (Ximo Castillo), Córdoba (Antonio Roldán, Mari Cruz Garrido), Granada (Ivonne Sánchez), Murcia (Isabel Ascensión Martínez), Jaén (Isabel Rezmo), Sevilla (Juan A. Carrasco), Alicante (Lucía Pastor) e Islas Canarias (Juan Francisco Santana). El cantante ubetense José Manuel Ortega, que lleva siete años interpretando y versionando poemas de reconocidos escritores, puso música a tres poemas hernandianos: “Llegó con tres heridas”, “Canción del esposo soldado” y “Antes del odio”.
José Romero Muñoz es también el responsable de la Asociación Cultural, Literaria y de Teatro La Platea, de Quart de Poblet (Valencia), que el 11 de mayo del pasado año 2019 ofreció, con la colaboración de la Fundación oriolana y la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Orihuela, en el patio de la Casa Museo de Miguel Hernández, un  recital y la presentación del libro “Voces del Mediterráneo a Miguel Hernández”, un volumen en el que participaron 37 poetas de toda España.
Loblanc

lunes, 3 de agosto de 2020

El poeta Miguel Hernández recibe su primer homenaje virtual

El poeta Miguel Hernández recibe su primer homenaje virtual

 https://www.facebook.com/groups/756932798447867/?multi_permalinks=772638003544013&notif_id=1596985500722639&notif_t=feedback_reaction_generic&ref=notif

 

La Fundación Cultural Miguel Hernández ha colaborado este fin de semana en el I Homenaje Virtual a Miguel Hernández, organizado por el Capítulo de Valencia de  la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional, presidido por José Romero Muñoz, también coordinador del proyecto, en el que se ha pretendido recordar al poeta de Orihuela desde las casas de los participantes, confinados por el Estado de alarma decretado por el Gobierno de España con motivo del Covid-19.
En el Homenaje, promovido por José Hoyo, presidente de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional, han participado, además de los organizadores, el director de la Fundación Cultural Miguel Hernández, Aitor L. Larrabide, que ha ofrecido una semblanza del universal poeta oriolano, y trece poetas procedentes de once localidades españolas, que recitaron poemas propios o de Miguel Hernández: Madrid (Mª. Carmen Aranda, Antonio Portillo), Málaga (Rafael Luna), Badajoz (Antonia Cerratto), Valencia (Ximo Castillo), Córdoba (Antonio Roldán, Mari Cruz Garrido), Granada (Ivonne Sánchez), Murcia (Isabel Ascensión Martínez), Jaén (Isabel Rezmo), Sevilla (Juan A. Carrasco), Alicante (Lucía Pastor) e Islas Canarias (Juan Francisco Santana). El cantante ubetense José Manuel Ortega, que lleva siete años interpretando y versionando poemas de reconocidos escritores, puso música a tres poemas hernandianos: ‘Llegó con tres heridas’, ‘Canción del esposo soldado’ y ‘Antes del odio’.
José Romero Muñoz es también el responsable de la Asociación Cultural, Literaria y de Teatro ‘La Platea’, de Quart de Poblet (Valencia), que el 11 de mayo del pasado año 2019 ofreció, con la colaboración de la Fundación oriolana y la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Orihuela, en el patio de la Casa Museo de Miguel Hernández, un  recital y la presentación del libro ‘Voces del Mediterráneo a Miguel Hernández’, un volumen en el que participaron 37 poetas de toda España.

El homenaje se puede ver aquí.

domingo, 12 de julio de 2020

Libro: "Miguel Hernández y Leopoldo de Luis: dos poetas comprometidos"

Este excelente libro reune las intervneciones de siete estudiosos de las obra de Miguel Hernández y Leopoldo de Luis. del seminario de 26,27 y 28 de septiembre de 2018 en La Salesas Universidad de Orihuela.

Libro editado por la Funda cion Cultural Miguel Hernández de Orihuela 2020.
Edición y presentación de Aitor L. Larrabide, director de dicha Fundación.

Tiene un trabajo de Jorde Urrutia (hijo de Leopoldo de Luis) titulado "Deseo sin historia".

Contiene 134 pñaginas de 17 X 24. Papel calidad. Impreso por Selegraficas S.L. de Murcia


ÍNDICE DEL LIBRO



Presentación, por Aitor L. Larrabide ................................................. 5
1.              Deseo sin historia, por Jorge Urrutia........................................9
2.              "Versos en la guerra": una rara edición alicantina
de Miguel Hernández, por Aitor L. Larrabide................................... 17
3.              Leopoldo de Luis, editor hernandiano,
por César Moreno Díaz ........................................................................  35
4.              Leopoldo de Luis, entusiasta hernandiano,
por Francisco Esteve Ramírez ..........................................................53
5.              Entrevista a Leopoldo de Luis, poeta y crítico literario,
por Francisco Esteve Ramírez ............................................................  67
6.              "La poesía social es ya cosa del pasado ": notas sobre la Antología de Leopoldo de Luis, por Luis Bagué Quílez. . . 77
7.              Leopoldo de Luis, Carlos Alvarez y Antonio Hernández: trayecto iluminador de la poesía social,
por José Luis Esparcía ............................................................................. 97
8.              Respirar por la herida: el poeta y los otros en la obra de Leopoldo de Luis y Miguel Hernández,
por José Luis Ferris ................................................................................  115




jueves, 14 de mayo de 2020

EVOCACIÓN a Miguel Hernández, por Antonio Parra Ruiz, de Orihuela




   


















EVOCACIÓN












A Miguel Hernández que, al igual que el ciprés, nació para alcanzar la inmortalidad y, murió bajo el símbolo del “Ciprés Máximo”.

Y, a mi esposa, Piedad, con todo mi cariño.









Me encuentro en el salón, sentado en mi sillón favorito, frente a la cristalera del balcón; desde donde contemplo el paisaje del exterior: un paisaje sin luz ni color, donde sólo se agolpan los edificios del contorno y, únicamente, a la derecha, entre los intersticios de los enormes monstruos de cemento, se columbra una mancha verde y obscura que denota la remotidad del campo y la huerta; mancha que, año tras año, se va empequeñeciendo hasta casi desaparecer, absorbida por el afán de las obras; como el cáncer lo hace con un cuerpo humano. Al frente, en lo alto y al fondo, aparece la enormidad de la sierra: una sierra milenaria de roca pelada y carcomida por las inclemencias del tiempo; escarpada, yerma e inhóspita; con alguna incorporación de pinos, plantas silvestres, cactos y pitas en sus remansos. Más a la izquierda, en el ángulo del ensanche de la calle, se percibe el nacimiento de lo que es una gran avenida (denominada Avenida de los Cipreses), compuesta por dos calzadas laterales, separadas por un amplio andén central que está cubierto de jardines y arbolado donde proliferan los cipreses; en cuyo extremo final da comienzo un extenso parque.
En general, lo que distingo es desolador y triste; agrandado, si cabe, con un cielo cubierto de compactas nubes grisáceas que descargan en una lluvia pertinaz. Todo esto hace que se acreciente la languidez de mi atribulado espíritu, lleno de recuerdos del ser amado, que necesita de su compañía para cobrar ánimos, rejuvenecerse, y mirar la vida desde otro prisma…
Como un autómata, mi vista se dirige hacia el gran ciprés que, orgulloso como un cíclope, preside el inicio de la avenida. Al detenerme en él, los ojos se empañan y una lágrima furtiva escapa y resbala por mi rostro… Mi memoria trascordada hace que, a la vista del árbol, alcance la reminiscencia de mi amada. La recuerdo con su figura grácil; la cabeza llena de rubios cabellos desparramados en sus menudos hombros; el rostro siempre iluminado por una sonrisa; los hermosos ojos demandando solicitud y cariño; y sus cálidas y níveas manos acogidas en las mías… La evocación de su imagen se hace más sublime, al rememorar los días incontables que permanecimos juntos y los deliciosos paseos por la avenida, abrazados y embriagados de amor y pasión. Llegados al parque, recuerdo que, en la placidez de la tarde, en nuestro acompasado y reposado caminar entre arrullos y caricias, escuchábamos los bellos y dulces trinos de los pájaros; el silbo de la suave brisa; el murmullo cantarín del agua de los estanques, a los que acompañaba el suave chasquido producido por nuestras pisadas, al resquebrajar las gálbulas del alfombrado suelo. Al término de nuestro paseo, nos refugiábamos en un recogido rincón discreto del parque, rodeado de evónimos -en cuyas parcelas se cultivan infinidad de flores-, y donde se encontraba un banco aislado al que llamábamos nuestro banco; descansando en él de la caminata y dando rienda suelta a los sentimientos: detrás del banco, un fornido y subyugador ciprés nos daba una sombra confortable…
Poco a poco, su imagen se va difuminando en mi memoria, ante el fuerte deseo de retenerla, tal como en la realidad; pero el esfuerzo a veces es baldío, pues sé que ella me abandonó y no la volveré a ver…
De nuevo mis ojos enturbiados se posan en el ciprés; lo contemplo entre admiración y nostalgia, y mi pensamiento abotagado, lleno de lucubraciones, quisiera penetrar en los enigmas que encierra. Recuerdo, entre otras cosas, su leyenda: basada en la del joven y bello Cipariso (en griego, ciprés) que, habiendo dado muerte accidentalmente a su querido ciervo, pidió al dios Apolo -enamorado de Cipariso-, que le quitase la vida, antes de estar condenado a un continuo dolor, y el dios compadecido lo transformó en ciprés: desde entonces, fundamentado en esta historia, el hombre enclavó al ciprés en los cementerios, como símbolo de la desesperación y de los que sufren. ¿Por qué lo hizo precisamente con este árbol, y no con cualquier otro?… ¿No lo hizo porque observó dentro de él algo misterioso?… Yo lo veo no sólo enigmático sino emblemático y carismático, y lo estudio bajo estos conceptos como a un ser viviente.
Su forma y figura es alargada y fusiforme, terminada en aguda punta, como una lanza, que lo distingue de los demás; excepto algunos de analogía y contextura más o menos lanceolada como el alerce, álamo, abeto, araucaria y otros. Aferrado fuertemente en tierra donde nace, crece y crece, hasta alcanzar alturas admirables; hendiendo y hurgando con su extremidad el firmamento, como queriendo alcanzar esas extrañas y desconocidas barreras de lo infinito, y fuese buscando la felicidad eterna en el más allá. Es fuerte y poderoso, de manera que resiste las embestidas del más terrible vendaval; permaneciendo incólume como un bastión después de la batalla. Aunque el nombre ciprés, según el Diccionario Académico de la Lengua, es del género masculino, empero, por las características y fisonomía del árbol en sí, debía considerarse femenino -con una denominación más acorde a esta condición-; ya que su cuerpo es mórbido, sinuoso, bello y esbelto. También es recatado porque, sus ramas y follaje que permanecen ilesos, crecen a lo largo de su cuerpo, preservándolo y encubriendo su intimidad. Cuando sopla suavemente el céfiro se corva graciosamente, como una enamorada que se inclina ruborizada ante el halago de su amado. Su color verde oscuro tiene una tonalidad muy singular, que lo distingue del resto de las especies.
El ciprés, es un árbol al que gusta de la soledad y melancolía, y se le suele ver como un anacoreta, ante alguna casa solariega, en un paraje solitario o rincón recóndito. Ante su vista, nos viene a la memoria aquél suceso flébil acaecido que, aunque el paso del tiempo quiere borrar, permanece y queda en nuestro recuerdo.
Donde generalmente se le reconoce es en las entradas e interiores de los campos santos: allí es donde viven los centenarios cipreses velando el largo, profundo e interminable sueño de nuestros antepasados. En el camino de entrada al lugar los contemplo alineados en una doble hilera: altos; corpulentos; inigualables; como soldados con sus armas de agudas aristas defendiendo la fortaleza.
Entrando en el recinto amurallado, me encuentro con dos tipos de ciprés: el tradicional y otro más explayado, en donde sus ramas se han abierto y puedo admirar su gran torso y enorme frondosidad. Aquí, ya no están agrupados del todo, y se esparcen a lo largo y ancho de la ciudadela. Cada panteón o tumba tiene uno o varios centinelas, que permanecen vigilantes, indelebles e inmarcesibles a través de los tiempos; preservando a sus dueños de cualquier daño: en los inviernos, de las fuertes heladas y relentes y, en los estíos, del tórrido e implacable calor mediante su sombra generosa. Pero, no sólo ellos dan beneficios, sino que reciben una contrapartida de sus amos: las cenizas de estos, si son esparcidas por el terreno, les servirán de abono y les pueden proporcionar la savia o alimento.
Según observo, el ciprés carece de cualquier pecado, y es el ejemplo de la humildad, sin rencor ni envidia: aquél, guarda el panteón suntuoso de un personaje conspicuo; mientras éste otro, convive con su compañero, amparando la tierra aún removida e informe de la tumba de un pobre paria. Las noches de luna llena sus figuras alargadas se enmarcan y proyectan en las tumbas, dando la sensación de que sus almas invisibles se abrazan y confunden con las de los yacentes. En las noches cerradas y oscuras pernoctan contemplando los Fuegos fatuos de las osamentas de sus protegidos, vagabundear y posarse en sus ramajes; creando una atmósfera de fantasía y misterio inusitados. Y, ¿quién dice que los cipreses no tienen sentimientos?... En los días de suave aura ¿no se oye como un rumor en ellos, de placer y bienestar?...; en cambio, en los tormentosos, de viento huracanado ¿no se escuchan sus lastimeros ayes de dolor?...
El ciprés es un árbol que, desde la Antigüedad, ha sido injustamente denostado consagrándolo al dios Plutón, Señor de los Infiernos, dándole un sentido a su vida de muerte y destrucción; pero, pienso que, al contrario, debería ser el símbolo de la inmortalidad, por su paso a través del tiempo sin menoscabo: de igual modo, son también inmortales las almas de los que yacen a sus pies.
Como todo ser viviente humano, también el ciprés fenece (permaneciendo su alma imperecedera); no por sí, sino por las manos de aquél; ya que los más insignes y prolíficos tallistas y ebanistas lo inmolan, utilizando su carne macerada pero divinizada, para que se le pueda admirar en los aposentos de un palacio medieval, una casa nobiliaria, o de cualquier iglesia o museo como un tesoro artístico.
Por tanto, y como reconocimiento a sus méritos, no sólo engalana actualmente nuestros parques, jardines y calles (de donde estaba anteriormente exilado), sino que ha sido infinitamente pregonado, elogiado o poetizado en numerosos escritos, con títulos alegóricos o sugestivos tan originales y significativos como: Los cipreses creen en Dios; La sombra del ciprés es alargada; El ciprés del claustro; Ciprés en otoño y otros muchos que se podrían enumerar.
Por todo esto asevero que, allá donde exista un poeta; un paseante solitario y melancólico; una pareja de enamorados deleitándose en su idilio; estará allí el ciprés ignoto, emergiendo como un gigante, proyectando su sombra eterna…
Me ha detenido en mi divagación un rayo de sol que aparece en lontananza, sesgando en dos mitades las contumaces nubes. Se le ve rebosante y esplendoroso, invadiendo de luminosidad tanto la ciudad como la estancia; cegándome repentinamente. Al mismo tiempo, el Arco Iris se extiende multicolor, como un gran puente hasta el cielo; llenando de clarividencia mi ánimo todavía conturbado…
De nuevo veo a mi amada junto a mí; contemplo su rostro encantador, sonriente y fulgurante. Puedo incluso acariciar su piel de terciopelo, mientras me mira con sus hermosos ojos melifluos y escucho su voz queda y suave como un murmullo…
El milagro se ha hecho realidad y perenne; no es una fantasía y sé que no me abandonará jamás, porque ella es el CIPRÉS que me acompañará por toda la Eternidad… 


Antonio Ángel Parra Ruiz
Orihuela, septiembre 2003

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A la atención de Ramón Fernández Palmeral por su gentileza













lunes, 11 de mayo de 2020

"Ochenta años de la muerte de Ramón Sijé", por Mª Amparo Garrigós Cerdán



                                       (Retrato al óleo de Ramón Sijé por Ramón Palmeral 2013)






Ochenta años de la muerte de Ramón Sijé, por Mª Amparo Garrigós Cerdán, en PDF:

Pinchar aquí:
http://www.biblioteca.fundacionlasierracv.org/sites/default/files/Acerca_de_Ram%C3%B3n_Sij%C3%A9.pdf


 Josefina Fenoll Felices fue la bella  panadera oriolana que robó el corazón de Ramon Sijé. A la muerte de Sijé se casó con Jesús Poveda Mellado y se fueron a residir exiliados,  después de la guerra civil, a Pueto Rico y México. Tuvieron dos hijos: Francisco y Marisa.

      Josefina Fenoll era hermana del poeta Carlos Fenoll y de Efrén Fenoll.