El cartel de Zabaleta y Hernández tiene detrás el salto de la Cueva del Agua (Quesada, Jaén). Un lugar donde el tiempo se detuvo, un rincón sagrado para el hombre, un regalo de sencillez y armonía. Así es, la Cueva del Agua es una de las grutas naturales más emblemática del parque natural de las sierras de Cazorla, Segura y las Villas. Situado a escasos trece kilómetros de la localidad de Quesada, concretamente en el paraje denominado Tíscar, donde muestra una tímida boca de acceso para después abrirse en todo se esplendor. La causa de esta formación se debe al arroyo de Tíscar y su incesante labor de cincelado y modelado de la roca caliza, que caprichosamente a ido esculpido y transformado las entrañas del cerro del Caballo. Saltos de agua y pozas le confieren esa identidad que le hace tan especial. Declarado Monumento Natural, el hombre aquí desde los albores de la historia puso su mirada y lo empleo como lugar de culto. Cuentan que en el año 1319 en su interior a Mohamad Abdón se le presentó la Virgen María, tras haberle arrebatado su imagen a los cristianos y haberla hecho mil pedazos con su alfanje. Este episodio se desarrolla durante las luchas de reconquista en lo que fue la última y más dificultosa frontera de Jaén (conquista de la alquería de Tíscar) para la toma de Granada. En honor a la victoria cristiana y los sucesos marianos ocurridos en torno a este lugar junto al peregrinaje, se construye el santuario que existe en sus inmediaciones. El Padre Pilón sitúa aquí uno de los tres centros de la provincia con fuerzas telúricas y no es para menos, la energía que se respira tras el estruendo del agua al caer entre sus paredes carga el ambiente de magia y misterio. Estas son algunas de las estampas que podemos encontrar. VER WEB "DONDE NOS LLEVEN LOS PIES"
