En el extremo
Sur del Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas, el más grande de España, está Quesada, cuna del
Río Guadalquivir. Llena de contrastes, desde Tíscar hasta la Dehesa del
Guadiana Menor, sin olvidarse de la campiña quesadeña. Muchas son las razones
para visitar Quesada, algunas de las cuales iremos desgranando. Testigos
claros de esta riqueza han sido las distintas culturas que han ido dejando
vestigios de sus asentamientos en estas tierras. No es extraño que el hombre la
habitara ya en el IV y III milenio antes de Cristo. Las cuevas, abrigos y
covachos diseminados por la serranía están salpicados de pinturas rupestres
esquemáticas de estilo levantino, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la
Unesco. La villa romana de Bruñel testimonia la presencia de la cultura romana
en el Alto Guadalquivir. Su mayor riqueza estriba en la perfección de sus
bellos mosaicos. Aunque los orígenes del núcleo urbano de Quesada fueron
visigodos, por la cantidad de restos arqueológicos hallados, fue durante el
dominio musulmán cuando vivió un mayor desarrollo. En la Edad Media, Quesada
dependía del reino árabe de Granada. Murallas y torreones bordean el casco
antiguo, en el cual se encuentra el Arco de los Santos, entrada al barrio
medieval de calles estrechas, fachadas limpias, encaladas y perfumadas con toda
suerte de macetas, que con sumo empeño cuidan los vecinos...