El fracaso del golpe de Estado acarrea la vasta factura de una guerra
civil que inunda el país de violencia y muerte. La victoria final de las
tropas rebeldes –aupadas por la élite económica y la iglesia e
impulsada por la alianza con el nazismo alemán y el fascismo italiano–,
fabrica su cimiento en Andalucía. ¿Puede hablarse entonces de 'tiro
andaluz a la República'? No exactamente. Más bien, sería más preciso, de
detonación mortal de necesidad a la aspiración republicana por parte de
militares y poderes oligárquicos desde Andalucía. El pueblo andaluz, en
febrero del 36, había votado de manera mayoritaria a la coalición
electoral creada por los principales partidos españoles de izquierda: El
Frente Popular.
"Victoria republicano-socialista" en las ciudades y pueblos bajo "influencia caciquil"
Del advenimiento de la República han transcurrido 83 años. Del final de
la guerra, el pasado 1 de abril se cumplió el 75 aniversario. Al hilo
de sendas efemérides, eldiario.es/andalucia reúne la
valoración de tres historiadores e investigadores: Francisco Espinosa
Maestre, José María García Márquez y José Luis Gutiérrez Molina.
"Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 funcionaron a modo
de plebiscito y sus resultados fueron asumidos. La victoria
republicano-socialista en las ciudades fue mayoritaria, en los pueblos
la influencia caciquil era aún muy grande", resume el doctor en Historia
y miembro del departamento de Historia Económica de la Universidad de
Sevilla, Francisco Espinosa. En julio de 1936, y a
diferencia de la llegada de la República, "la mayoría social no era
favorable a la involución" por lo que "el golpe militar de julio del 36
hubo de imponerse pueblo a pueblo".
Espinosa Maestre, que ha publicado diversas obras sobre
el periodo republicano, la guerra civil y la represión franquista, de
manera principal sobre el territorio de Andalucía y Extremadura (es
autor del libro La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz),
relata cómo "en la zona suroeste, con centro en Sevilla, la trama
golpista había sido bien preparada" y este "triunfo" resultó "muy
importante porque permitió el inmediato traslado a la península del
ejército de África". En la capital andaluza, "varios miles de militares,
con la ayuda de pequeños refuerzos fascistas, colaboraron en las
operaciones que llevaron en unas horas a aislar a los barrios obreros a
la espera de que llegara la Legión y el Tercio". Frente a los rebeldes
combatía una resistencia popular escasamente armada.
"La mayoría de los andaluces eran de izquierdas y como tanta gente de
otros lugares tenían puestas sus esperanzas en el programa del Frente
Popular". No habla, por tanto, de "tiro andaluz a la República", una
expresión que tampoco encuentra "acertada" el historiador e investigador
José María García Márquez: "En Málaga, Almería,
Jaén, en casi toda la provincia de Granada, en parte de la de Córdoba…
el golpe no triunfó". Le República, insiste García Márquez –que ha
documentado la represión franquista a través de los archivos judiciales
militares–, "recibió el acoso brutal del golpe en todo el país y en más
de la mitad del territorio fracasó". Esto fue, precisamente, "lo que
provocó la guerra".
El régimen monárquico cayó "agotado, muerto, corrupto"
La referencia, de nuevo, instala "la vanguardia" del ejército sublevado
y su "principal triunfo" en el norte de África y las operaciones
militares en la zona occidental de Andalucía, "que muy pronto quedó en
su poder". Sectores importantes –"militares, terratenientes,
empresarios, iglesia"– se situaron "claramente a favor del golpe" y
arrastraron "a muchos seguidores". Aún así, el "apoyo popular" a la
rebelión distaba del que recibió la proclamación republicana, "una
democracia con origen, fundamentalmente, en las ciudades".
"Da igual que fuesen unas elecciones municipales lo que desencadena
algo que sólo necesitaba un elemento que lo canalice", resalta José Luis Gutiérrez Molina,
miembro del grupo de investigación Historia Actual de la Universidad de
Cádiz. El régimen monárquico cayó "agotado" y, en ese momento, era un
sistema "muerto, corrupto", basado "en el caciquismo y el pucherazo". Ni
siquiera hubo respuesta de teóricos afines: "Sanjurjo y Mola no
salieron a defender a la monarquía, ni el ejército, que tenía muchas
cuestiones que solventar con los borbones".
Arrancaron cambios profundos, de "democracia formal", que chocaban con
"viejas prácticas caciquiles" y se sintieron especialmente en
ayuntamientos de pueblo, "cotos cerrados, caso de Andalucía, por grandes
terratenientes y sus amigos políticos". Gutiérrez Molina escenifica ese
"impacto brutal" devenido: "Hay que imaginarse al señorito viendo al
que iba en alpargatas con la vara de concejal". Ley de reforma agraria,
reforma del ejército, educación pública y laica, avances en los derechos
de la mujer… Lo que unos querían y otros impidieron. A sangre y fuego.
Por eso, dice, tras el alzamiento militar "los primeros objetivos
golpistas son los cargos municipales". "Tenían muchas cuentas que
saldar", y las saldaron, unas tropas sublevadas que empiezan a ganar la
guerra desde Andalucía. "Pero el tiro andaluz a la República no se lo
dan los andaluces, se lo dan los sublevados".