Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com
A José María Balcells le presentó Aitor Larrabide director de la Fundación Miguel Hernández de Orihuela, el 9 de junio 2021 a las 19'30 horasa en el Salón de actos de la Biblioteca María Moliner de Orihuela:
Julio Calvet de pie y sentado José María Balcellse y Aitor Larrabide
Ilya Ehrenburg se había encariñado con España a raíz de su primer viaje en 1931, sobre cuya experiencia escribió España. República de trabajadores. Volvería a nuestro país a finales de septiembre de 1937 como corresponsal del diario Izvestia, un mes más tarde de que se publicara su carta abierta a Miguel de Unamuno en el diario Pravda. El Mono Azul
la dio a conocer en su número 4, fechado el 14 de septiembre, sin que
se sepa si don Miguel tuvo noticia del artículo -podría haber sido así,
aunque fuera de oídas- antes de que, como rector vitalicio repuesto por
el general Franco, se enfrentara al general Millán Astray en el
paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre con su bien
conocido discurso del "venceréis pero no convenceréis", admirablemente
escenificado por Alejandro Amenábar en su film Mientras dure la guerra,
actualmente en cartelera*.
Ehrenburg inicia su carta dirigiéndose a
Miguel de Unamuno (contra su apoyo al golpe de 1936) como profesor de Universidad, ex revolucionario y ex
poeta, así como colaborador del general Mola, y le plantea su misiva
como una charla entre escritor y escritor. A continuación se refiere a
su estancia hace cinco años, con motivo de su primer viaje por el país,
en un pueblo de la depauperada y atrasada comarca de Sanabria (Zamora),
en donde fue testigo de los campesinos "martirizados por el hambre".
Allí leyó Ehrenbug, en el libro de firmas de un restaurante turístico
que había al lado del lago, un texto de don Miguel glosando la belleza
imponente del paisaje, lo que le da motivo para reprochar a don Miguel
que no hubiese reparado antes "en los ojos de las mujeres que apretaban
contra su pecho a los hijos medios muertos de hambre y en los campesinos
que comían algarrobas y cortezas".
A continuación, el escritor ucraniano reprocha al destinatario de su
misiva que escribiera artículos profundamente estéticos en los
periódicos de gran tirada, citando como ejemplo una investigación
filológica de cien renglones sobre la palabra "hambre", las diferencias
entre el apetito del hombre del Sur y el del Norte, o cómo el hambre
descrita por Hamsum difiere del hambre descrita por Quevedo. "Se lavaba
usted las manos: no quería estar ni con los hambrientos ni con los que
les alimentaban con el plomo de las balas", afirma Ehrenburg.
Creo
que el resto de la carta merece su transcripción literal, sobre todo si
se considera que algo de su contenido podría haberle llegado a Unamuno
en Salamanca, antes de su histórica alocución en el paraninfo de la
Universidad y casi al tiempo que se sucedían en aquella ciudad los
asesinatos por parte de los militares sublevados de sus mejores amigos,
el pastor protestante Atilano Coco y el alcalde republicano Casto Prieto
Carrasco:
"Han
pasado cinco años [desde 1931]. Lo más bajo de España: verdugos,
herederos de los inquisidores, carlistas dementes, ladrones como March,
han declarado la guerra al pueblo español. En Sanabria cayó en poder de
los bandidos el general Caminero, leal al pueblo [Juan García y Gómez
Caminero, 1871-1937]. Los malaventurados campesinos de Sanabria habían
huido al monte. Con armas de caza bajaron contra las ametralladoras.
¿Qué hizo usted, poeta, enamorado de la tragedia española? De la cartera
donde guardaba los honorarios de las elucubraciones poéticas sobre el
hambre sacó usted, con la esplendidez de un verdadero hidalgo, cinco mil
pesetas para los asesinos de su pueblo [se refiere a la donación que
Unamuno hizo a la causa de los sublevados].
Dice usted: «Me indigna
la crueldad de los bárbaros revolucionarios». Y lo escribe usted en la
ciudad de Salamanca. De seguro pasea usted con frecuencia bajo los
soportales de la Plaza Mayor. La plaza es preciosa y usted ha sido
siempre un enamorado del estilo Renacimiento español. ¿No ha visto
usted, paseando por la plaza, el cuerpo del diputado Manso [José Andrés y
Manso (Salamanca, 1896-La Orbada, 1936), maestro, abogado y diputado,
aseinado junto a Casto Priteo Carrasco), que los nuevos amigos de usted
han ahorcado para defender la cultura de los bárbaros? Las columnas
obreras han ocupado Pozoblanco. Han hecho doscientos prisioneros de la
Guardia civil. No han dado muerte ni a uno solo de ellos. En Baena los
blancos rociaron de bencina y quemaron vivos a diecinueve campesinos
inermes. El diputado por Córdoba Antonio Jaén, que manda los obreros que
sitian Córdoba, se ha dirigido por radio al que fué su amigo, el
general Cascajo, que lucha ahora al lado de los rebeldes. «Si no te
rindes serás responsable de la suerte de una ciudad tan querida, de
miles de vidas humanas, de los monumentos artísticos de Córdoba»; éstas
han sido las palabras de Jaén. Y Cascajo ha contestado: «Te aconsejo,
Jaén, que no vengas hacia Córdoba, porque tengo en mis manos a dos
hermanos tuyos.».
El primer número de la revista El Mono Azul se publicó el 27
de agosto de 1936, un mes y pico después del inicio de la guerra
incivil. Se trataba de una publicación de orientación comunista,
auspiciada por una asociación civil creada al inicio del conflicto, la
Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura,
cuyo ámbito de difusión y lectura eran los frentes de batalla. Su
cabecera obedece a la prenda que vestían los milicianos y en su
contenido había tanto páginas de instrucción militar como secciones de
literatura y política. Se llegaron a editar 47 números desde esa fecha
hasta febrero de 1939, con periodicidad irregular, de los que solo los
diez primeros constaban de ocho páginas, que finalmente quedaron
reducidas a una sola, impresa y difundida con el diario vepertino La Voz en Madrid.
La
revista tuvo entre sus colaboradores a reconocidos escritores y poetas,
entre los que cabe mencionar a Arturo Cuadrado, Miguel Hernández,
Lorenzo Varela, Antonio Aparicio, Vicente Aleixandre, Rafael Alberti,
Manuel Altolaguirre, José Bergamín, Luis Cernuda, Antonio Machado, Ramón
J. Sender, Eduardo Ugarte y María Zambrano. También, Pablo Neruda,
Vicente Huidobro, André Malraux y John Dos Passos, entre los autores
extranjeros. Como responsables de la publicación aparecen en el primer
número los nombres de María Teresa León, José Bergamín, Rafael Dieste,
Lorenzo Varela, Rafael Alberti, Antonio Luna, Arturo Souto y Vicente
Salas Viu, aunque son sobre todo Teresa León y Rafael Alberti los que
asumen un mayor papel en la coordinación de la revista. El poeta
gaditano Alberti publicó en El Mono su Romancero General de la Guerra Civil
Española, que luego se editará durante su exilio en Buenos Aires en
1944. También tenía Alberti en la revista una sección titulada "A Paseo",
en la que se criticaba con dureza a aquellos otros escritores e
intelectuales que no comulgaban con el gobierno del Frente Popular, al
que la Alianza prestó entusiasta adhesión con un manifiesto publicado en
el diario El Sol el 26 de julio de 1936.
"Milicia y permanencia de Miguel Hernández", por Nicolás Guillén en La Habana 1943
En
días en que se recuerda, por medio de recitales poéticos, mensajes de
audio y publicaciones online, en el aniversario 78 de su muerte, al
poeta español Miguel Hernández, Granma publica el testimonio, firmado
por el joven Nicolás Guillén, del emotivo acto que se le dedicara en La
Habana, a pocos meses de su deceso
El poeta Miguel Hernández. Foto: Tomada de Público
Convocados por el recuerdo dramático de Miguel Hernández, venimos
esta noche a enfrentarnos con su gesto y con su voz. La voz de un gran
poeta nacido y muerto en olor de pueblo; el gesto de un miliciano leal
que ha dado la vida por España, no bajo una ráfaga de plomo, como García
Lorca, ni en el camino del exilio, como Antonio Machado, sino en el
largo cautiverio de las prisiones falangistas, el vómito del pulmón a
los labios, la juventud comida por la tuberculosis.
Los escritores cubanos, y con nosotros los escritores españoles que
en Cuba viven, tenemos, pues, nueva ocasión de tristísimo recuento; la
cultura universal, un motivo más de duelo. Porque el suplicio de aquella
inteligencia activa y combativa rebasa los límites de la geografía
tanto como las personales efusiones del sentimiento, para golpear
bárbaramente el rostro de la humanidad. Golpe devastador, como que deja
vacío un firme puesto en las filas de quienes están librando la batalla
más cruel de todas las guerras, por aplastar para siempre la crueldad.
Me parece difícil recordar, en el moderno desenvolvimiento literario
español, otra figura de más abultado relieve popular que la de Miguel
Hernández. No tuvo por cierto, que desembarazarse, como hemos tenido que
hacer otros, de los viejos prejuicios con que una educación blanda y
egoísta nos demoró el acceso a la gran verdad de nuestros días. Ni se
produjo en su espíritu ese aleteo angustioso, lleno de contradicciones,
que define el vuelo de un intelectual desde abajo (que es donde están
las clases «altas») hacia las cimas del amor humano y de la comprensión
universal. Lejos de ello, el autor de Viento del pueblo nació y vivió
pegado a su tierra, cantándola y enamorándola; poseyéndola, como amante
total. (...)
Nacido en Orihuela, pequeño pueblo de la provincia de Alicante,
Miguel Hernández entró en la vida con el cayado de pastor en el puño, y
al lado de su padre; que también era pastor. En el verano, según contara
él mismo alguna vez, regía sudoroso su rebaño caprino, y en el invierno
iba a recibir de los hijos de San Ignacio rudimentos de cultura, pues
que otro lugar no había en la aldea. Rudimentos que, acaudalados y
esclarecidos después por el esfuerzo propio, servíanle pronto para
escupir al rostro de los fascistas españoles el desprecio que siente una
clase explotada, pobre y cada día empobrecida, hacia sus verdugos
implacables, señoritos, clérigos y generales. (...) Entre el dogma y la
razón, entre el pueblo y el cielo, decidióse por la razón y por el
pueblo. (…)
Corrió el tiempo, después. Voló ese brevísimo y enorme periodo que va
desde los primeros vagidos de la República hasta su asesinato mediante
la traición militarista de julio, fraguada por Franco. La guerra que
este desencadenó a las órdenes de Hitler, puso a Miguel Hernández en el
único sitio que le correspondía. Ingresó en el Ejército Popular, donde
llegó a ser Comisario Político, y no solo para escribir versos, sino
también para batirse, que ambas disciplinas lograron confundírsele en el
alma. (...)
Es justamente de estos días, de cuando data su amistad con Pablo de
la Torriente Brau. Una amistad que duraría toda la vida, o si queréis
toda la muerte, tapados como están los dos por la misma tierra española
que disputaron a su invasor. Encontráronse una noche de septiembre, en
Madrid, de visita el poeta en la memorable «Alianza de Intelectuales», e
intimaron como lo que eran, como dos buenos camaradas. Luego, la guerra
los separó durante meses, para enfrentarlos más tarde, un día, en
Alcalá de Henares, cuartel general del Campesino, y a pesar de que
habían luchado juntos, sin saberlo, en los combates de Pozuelo y
Boadilla del Monte. «¿Qué haces?», preguntó el escritor cubano al poeta
español. Y este respondióle: «¡Tirar tiros!». De allí, pasaron en la
misma fuerza al frente de Majadahonda, hasta que partió Pablo a las
órdenes de otro cubano, Candón, rumbo a la gloria en que hoy trabaja y
sonríe, a la diestra del pueblo todopoderoso; por los siglos de los
siglos, amén. Solo una vez más le vería el poeta, pero cuando ya su
amigo estaba muerto. Un cadáver de dos días, con la barba crecida, caído
sobre una loma, el pecho atravesado por una ráfaga de ametralladoras.
Sobreviviéndolo, Miguel iba a cantar
después en versos poderosos, sin lágrimas, a quien había quedado
frente al enemigo, con el sol español puesto en la cara, y el de Cuba en
los huesos.
Él prosiguió la lucha, pero una estrella fatal le negó la dicha de
morir en aquellos días. Cuando Hitler consumó la invasión territorial de
España, el poeta, preso, fue condenado a muerte, y luego a cadena
perpetua. «Rodó entonces de presidio en presidio –nos cuenta Juan
Rejano–. Encerrado estuvo en alguno donde se alberga la más negra
delincuencia vulgar. En otro contrajo una grave enfermedad, y fueron
inútiles las gestiones de algunos amigos, no precisamente españoles ni
franquistas, para que se le permitiese trasladarse a un sanatorio. Por
fin, en la cárcel de Alicante, su provincia de origen, ha muerto tras un
rápido proceso tuberculoso...». (…)
Como el crimen de Lorca, como el asesinato de Antonio Machado –porque
fue un asesinato, aunque el gran viejo muriera en su almohada– esta
lenta tortura de Miguel Hernández arroja nueva luz sobre lo que el
fascismo significa, sobre el peligro brutal que entraña para consolidar
el predominio del espíritu sobre la fuerza. España sojuzgada por Franco y
por Falange –vale decir, por Hitler– solo es un vasto cementerio de
ideas, a la manera de Alemania, Italia y el Japón. Un cementerio en que
el hombre, como sujeto de incesante perfección social, yace sepultado
por la barbarie en función de régimen político. Así cada crimen fascista
contra la cultura deja de ser un episodio individual y aislado, para
expresar el choque de dos frentes de combate, de dos ímpetus
antagónicos, de cuyo predominio respectivo dependerá el futuro del
hombre sobre la tierra, ya en su vuelo hacia un porvenir de justicia
democrática, ya en un retroceso hacia los oscuros instantes de su
aparición como voluntad y como pensamiento.
La condena y la muerte de un poeta que defendió al pueblo, denuncian
la triste situación de un pueblo impedido de defender a los poetas, lo
cual solo acontece allí donde la cultura se halla en quiebra, donde gime
aplastada por la brutalidad. Para los llamados hombres de ideas, este
hecho debe ser profundamente significativo. Pero sobre todo, para los
que están encerrados en sí mismos, sin otra puerta que la de su
ambición; para los que creen que el meridiano de la historia pasa por el
oscuro taller en que gastan pueriles años burilando un dije, mientras
afuera el mundo se reconstruye a cañonazos. A esos, quizá pueda
interesarles saber que la salvación de su propia obra está en la calle,
en los frentes, en la activa retaguardia, en el destino sangriento y
glorioso de un Miguel Hernández, en la férrea creación de un porvenir
que dé al pan y a la rosa, a la vida y al sueño, una definitiva
dignidad.
El catedrático de la Universidad de León José María Balcells.
Foto José Luis Fernández
ESTE PRÓXIMO MIÉRCOLES SE PRESENTARÁ
EL NUEVO LIBRO DE JOSÉ MARÍA BALCELLS SOBRE MIGUEL HERNÁNDEZ, PUBLICADO POR LA
FUNDACIÓN DEL POETA
Este próximo miércoles día 9 de junio se presentará, a partir
de las 19:30 horas, en la Biblioteca Pública Municipal “María Moliner”, en
Orihuela, el libro ”Miguel Hernández y los poetas hispanoamericanos y otras
páginas hernandistas”, de José María Balcells, catedrático de la Universidad de
León y reconocido especialista en el poeta oriolano.
El acto, organizado por la Fundación Cultural Miguel
Hernández en colaboración con la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de
Orihuela, forma parte de la programación de la “Primavera Hernandiana” de
2021,que se da por concluida tras más
de una veintena de actos realizados. Hasta el día 27 de junio se podrá visitar
en la Sala de Exposiciones Miguel Hernández, en el Rincón Hernandiano, la
muestra “María Zambrano. La aurora del pensamiento”
En el libro de Balcells, de 311
páginas y diecinueve capítulos, se incluyen sus trabajos más significativos
publicados en los más de cincuenta años de trayectoria como estudioso
hernandista. También se incluyen cinco estudios inéditos. Balcells ha publicado
seis libros, publicados entre 1975 y 2017; tres ediciones, entre 2002 y 2015;
diecinueve estudios recogidos en libros, entre 1975 y 2018; dieciocho artículos
en revistas, entre 1974 y 2019; cinco prólogos a monografías sobre el poeta; tres
reseñas de otros tantos libros hernandianos; una edición didáctica de la poesía
de Hernández; y dieciséisartículos de
tipo divulgativo, publicados entre 1968 y 1992. Sin contar las innumerables
conferencias, ponencias, charlas, etc., ofrecidas en todo tipo de encuentros,
simposios, congresos, etc.
Balcells, barcelonés de nacimiento,
vivió en Orihuela durante su primera juventud, y conoció y trató a personas
como el hermano del universal poeta, Vicente, a Josefina Manresa, al abogado José
Martínez Arenas o al poeta-panadero Carlos Fenoll. Su primer artículo sobre el
oriolano es de 1968, y su autor contaba entonces con 25 años de edad. Dos años
después preparó su tesis de licenciatura sobre Hernández.
En septiembre de 2019 recibió, por parte
de la Fundación CulturalMiguel
Hernández, la Medalla al Mérito Hernandiano.
El acto es libre y hasta completar el
aforo. Al término del mismo se regalará a las personas asistentes ejemplares
del libro.
La enésima directora del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert es Pilar Tébar Martínez una empleada de esta institución, llega dos años después de que
Carlos Mazón fuera elegido en julio de 2019 presidente de la
Diputacion, y también que Julia Parra diputada por CS de Cultura. El
ciudadano percibe un desastres de gestión en cultural. Y la señora Tébar no tiene culpa de llegar tarde.
El director del
Instituto Juan Gil-Albert no puede estar al capricho de los políticos
porque perjudica la cultura alicantina, debe ser movido solamente cuando
cometa una grave irregularidad. Ya se que la señora María Teresa Pérez
Vázquez dimitió, por irregularidad en la gestión de un de sus
colaboradores. No se hubiera dado este caso si hubiera seguido José
Ferrándiz Lozano que lo estaba haciendo fenomenal.
Las
actas del congreso de Juan Gil Albert 2019 no han salido, no van a
salir impresa sino digital, y las actas del congreso Miguel Hernández 2017 se han
publicado, pero no se han presentado. Estos desafueros desaniman a
cuaquiel ponente o comunicador. Politica y cultura siempre estén
enfrentados. Cuando la política extiende sus garras todo los atrapa y destruye.
¿Ahora qué señora diputada de Cultura? Tan altos vuelos que tuvo al inicio con la transparecia que ahora vuela bajo y rasante. ¿Vamos a seguir con los recortes?
Estimada Pilar Tébar te deseo lo mejor en este corto espacio de tiempo, porque en 202 habrá unas elecciones municipapel y por lo tanto en la Diputación de Alicante.
Lo que comento en esta nota lo dice no solo Ramón Palmeral (escritor y pintor alicantino), sino todos los artistas con los que he hablado.
Disponible en todas las librerías y plataformas como: Amazon, Casa del libro, El Corte Inglés, Agapea o Edisofer, entre otros.
En 109.º aniversario del nacimiento del universal poeta Miguel
Hernández, el escritor Ramón Fernández Palmeral presenta, a lo lago de
40 artículos monográficos, un estudio biográfico de la vida y obra del
poeta oriolano. El presente libro incluye las últimas investigaciones
publicadas sobre Hernández, siguiendo un planteamiento cronológico, y
pretende exponer los aspectos biográficos de modo objetivo, eludiendo
los mitos y tópicos creados en torno al llamado «poeta del pueblo».
Gracias al formato de artículos monográficos es posible profundizar
con más detalle y rigor en los temas que más interesan: su infancia y
adolescencia, amistades madrileñas, época de miliciano, amores,
Rafael Morales (1929-2005), poeta de Talavera de la Reina, es auto de el poemario Poemas del toro, publicado en colección Adonais en 1943. Este libro está dedicado a Vicente Aleixandre, y tiene un prólogo de José María de Cossio. En la página 41 se publica el soneto "Toro sin mayoral", y tiene la siguiente dedicatoria: Al vaquero muerto Martin de la Torre, y debajo el verso "Un toro solo en la ribera llora". M. Hernandez. Este verso pertenece a (v.
13, soneto 26) El rayo que no cesa, de 1936. Es extraño que pasara la censura franquista, ya que Miguel Hernadez, había muerto el 28 de marzo de 1942, y su obra estaba censurada.
Pablo Neruda, en realidad, no se llamaba así. Su verdadero nombre era Neftalí Reyes Basoalto. Nació en Chile,
concretamente en la ciudad de Parral allá por el año 1904, y murió en
1973, el 23 de septiembre. Si pienso en Neruda me vienen decenas de
versos que sólo él podía escribir de esa forma… Y es que a Neruda no sólo se le premiaba y alababa por lo que escribió, sino por cómo lo hizo.
Culpa de su estilo tan personal la tuvo su abrumadora personalidad, de creencias comunistas, resuelto y tozudo
hasta las últimas consecuencias, defendía con firmeza todo aquello en
lo que creía y en lo que le parecía justo a su entender, según han
escrito de él tanto amigos como su propia viuda, Matilde Urrutia. Para
aquellos que lo conocieron y compartieron con él tiempos de miseria y
opresión, Pablo Neruda gozó del carisma excepcional de aquellos elegidos
a los que se considera ejemplares. Neruda era en realidad un ser
totalmente distinto a aquel que se mostraba ante las cámaras, tímido,
invisible y agazapado…
Resumen de su vida y estilo de su obra literaria
Neruda tuvo dos madres. La suya biológica que murió poco después de
darle a luz por tuberculosis y Trinidad Cambia Marverde, la segunda
mujer de su padre José del Carmen Reyes Morales. Según el propio Neruda,
su “segunda madre era una mujer dulce, diligente, tenía sentido del
humor campesino y una bondad activa e infatigable”.
En 1910 ingresó en el Liceo, donde ya hizo sus pinitos como escritor
en el periódico Local llamado “La Mañana”. Su primer artículo publicado
fue “Entusiasmo y perseverancia”. Conoció a la gran Gabriela Mistral,
poetisa célebre, quien le regaló algunos libros de Tolstoi, Dostoievski
y Chéjov, muy importantes en su primera formación literaria. Y aunque
su padre estaba totalmente en contra de que Neruda siguiera esta
vocación literaria, de poco le serviría sus eternas disputas con su
hijo. De esta manera fue como el real Neftalí Reyes Basoalto empezó a usar el seudónimo de Pablo Neruda, con la única y firme intención de despistar a su padre para que este no se percatase de que seguía escribiendo.
Encontró el apellido de “Neruda” al azar en una revista, y
curiosamente, Neruda era otro escritor de origen checo que escribía
entre otras cosas hermosas baladas.
Escribía hasta 5 poemas diarios, muchos de los cuáles fueron a parar a su libro auto-editado titulado “Crepusculario”. Y nos quejamos hoy cuando tenemos que buscarnos la vida para que nos publiquen una novela… ¿Sabéis cómo pudo auto-editarse ese libro?
Consiguió el dinero necesario vendiendo muebles, empeñando el reloj que
le había regalado su padre y recibiendo un poco de ayuda en el último
momento por parte de un generoso crítico.
A pesar de esto, “Crepusculario” dejó insatisfecho a Neruda, y se
esforzó con más ahínco si cabe, a la escritura de otro nuevo libro. Este
sería mucho más personal, más trabajado y mucho mejor literariamente
hablando. Fue “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, del cuál era el verso que recordaba al empezar a escribir este artículo:
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”. El viento de la noche gira en el cielo y canta…
A partir de la publicación de este segundo libro, su literatura se vuelve mucho más politizada.
Además su vida se vuelve algo más dura por circunstancias económicas,
ya que su padre le retiró toda ayuda material cuando Neruda decidió
dejar los estudios que había comenzado para profesor de francés en el
Instituto Pedagógico.
Buscando ayuda, en 1927 únicamente obtiene un oscuro y remoto destino consular en Rangún, Birmania. Allí conoció a Josie Bliss,
quien se convertiría en su primera pareja. Pareja que duró poco por los
endemoniados celos de ella. La abandonó tan pronto como supo que tenía
un nuevo destino en Ceilán. Armó en secreto su viaje y ni se despidió de
ella, dejando en su casa, tanto ropas como libros.
Fue unos años después, en 1930, cuando Pablo Neruda contrae
matrimonio con María Antonieta Agenaar, que se convertiría en la madre
también de su hija, Malva Marina.
En Buenos Aires conoció a Federico García Lorca, quien le insistió para que viajara a España. Aquí conoció a Miguel Hernández, Luis Cernuda y a Vicente Aleixandre,
entro otros. Pero su tiempo por tierras españolas duró poco, porque al
estallar la Guerra Civil en 1936, tuvo que viajar hacia París. Allí,
entristecido por la barbarie que estaba sucediendo en España, y por la
muerte de su amigo García Lorca, escribió el libro de poemas titulado “España en el corazón”. También bajo esta causa decidió editar la revista “Los poetas del mundo defienden al Pueblo Español”.
En 1946 ya estaba por su patria, Chile, donde se afilió al Partido Comunista, y donde fue elegido senador de la República por las provincias de Tarapacá y Antofagasta. En 1946 también recibió el Premio Nacional de Literatura.
Pero no duró mucho su dicha en el país chileno, ya que tras hacer
pública una protesta en la que arremetía contra la persecución a los
sindicatos por parte del presidente González Videla, se le condenó a su
detención. Gracias a amigos, Neruda evitó la cárcel y consiguió salir
del país.
Mientras estuvo oculto, publicó otra de sus genialidades: “Canto
general”. Libro que se editó en México y se distribuiría de manera
clandestina por Chile. Estos años de destierro fueron terriblemente tristes para el autor, quien siguió recibiendo premios como el Premio Internacional de la Paz, en 1950, junto a otros artistas como Pablo Picasso
y Nazim Hikmet. A pesar de la tristeza, tuvo la sólida y confortable
compañía de Matilde Urrutia, mujer que se convertiría en su compañera
hasta el día de su muerte. Con ella tuvo que vivir clandestinamente
hasta que pudo separarse oficialmente de su anterior mujer.
En 1958 se publicaría otro libro que el propio Neruda definió como “su libro más íntimo”: “Estravagario”. Posteriormente escribiría otras obras como “Fulgor y muerte de Joaquín Murieta”.
En 1971 se le concede el Premio Nobel de Literatura, y dos años después, en 1973, fallecería un 11 de septiembre.
Días después de fallecer saquearon brutalmente sus viviendas de
Valparaíso y Santiago, lo cuál supuso una gran indignación y estupor por
aquellas personas que adoraban al escritor.
Estilo literario
El estilo de Pablo Neruda era inconfundible. Escribía centrándose en todos los sentidos: oír, oler, mirar, etc. Con ello buscaba la descripción de una escena o sentimiento lo más natural posible para transmitir al lector esa verdad y hacerle entrar en su poema o en su escrito. Neruda era preciso a la hora de buscar las palabras adecuadas que emocionaran al lector, sobre todo en las cosas inanimadas, aquellas más difíciles de describir.
Utilizaba mucho las metáforas y símiles para crear
descripciones detalladas y emocionales sobre las personas, las cosas, la
naturaleza y los sentimientos. Hay mucha influencia del surrealismo
en sus descripciones, ya que utilizaba expresiones más raras y
difíciles para describir cosas realmente sencillas, como podría ser el
amor perdido, la magia de la noche, etc. También se ve la personificación de cosas inanimadas
en su poesía cuando habla con un narratorio como Bolívar en “Un Canto
para Bolívar”, la muerte en “Alturas de Macchu Picchu”, o el mar en “Oda
al mar”. Esta personificación aumenta los efectos y la universalidad de
su poesía porque Neruda daba vida, emoción y aliento a todas las cosas del mundo.
Todo un estilo único del que puedes disfrutar en incontables obras.
(Según me contó Julio Calvet Botella, sobrino de don Álvaro, Miguel escribío la décima en febrero de 1936 en un papel de estraza, a petición de don Álvaro, cuyo origina se ha perdido).
Don Álvaro Botella Martínez nacido en Orihuela el 24 de diciembre de 1914. Realizó
bachiller en el colegio de Santo Domingo, que regentaban los padres jesuitas.
Posteriormente cursó Derecho en la Universidad de Madrid, licenciándose como
abogado, abriendo en su ciudad natal
donde ejercido la profesión hasta su fallecimiento. Fue Letrado-asesor de Juzgado Privativo de Aguas oriolano, así
como comunidad de regantes denominada "Grupo 2000, de Jacarilla". La
Junta Mayor de Cofradías y Hermandades de la Semana Santa, lo designó glosador
del Pregón del año 1957, siendo nombrado Ayuntamiento oriolano Caballero
Cubierto Porta-estandarte en la Procesión del Santo Entierro de Cristo, en la
Semana Santa el años 1962. Fue Decano del Ilustre Colegio de Abogados de
Orihuela y estaba en posesión de la Medalla de Plata de Juzgado Privativo de
Aguas de dicha ciudad. Falleció en Orihuela del 18 de febrero de 1988. (Datos
tomados de Aníbal Bueno Esquer. “Personajes de la Historia de Orihuela. Diccionario
Biográfico. Orihuela 2005, pág95). A su
vez tomado el artículo de Julio Calvet Botella “Me has puesto en un trance
amargo”paginas 97-102 de Cuadernos de historia y patrimonio cultural
del bajo Segura, nº 6, Orihuela 2017.
Según el apartado del libro de Mario Benedetti, Los poetas comunicantes
(Montevideo: Biblioteca de Marcha, 1971, y la 2a edición de México de
1981), «Juan Gelman y su ardua empresa de matar la melancolía» asegura
que, la poesía es un «oficio ardiente» como también lo entendiera el
poeta de las tres heridas, Miguel Hernández. De esta afinidad del
concepto lírico nos surgió la idea de relacionar al poeta bonaerense con
el oriolano, como se demuestra en la presente comunicación...
Amigos y amigas, os remito mi comunicación "Juan Gelman: un poeta comunicante"que
se presentó y se aceptó para el Congreso de Mario Benedetti en la
Universidad Alicante, pero por culpa de la pandemia dicho Congreso se
suspendio en octubre de 2020, y no se pudo dar la comunicación, y además
no se publicará en libro, por tal motivo la he publicado en la
prestigiosa revista Wall Street International Magazine, ver y lee en la siguiente dirección:https://wsimag.com/es/cultura/65863-juan-gelman-un-poeta-comunicante