RAMÓN SIJÉ
(Levante Agrario.
Murcia, 25 de enero de 1936)
La
muerte, cada vez, ha sentido el regusto de la elección. En la Noche Buena del
35, nieves de fuera del mundo helaron la vida de Ramón Si jé, transplantándolo,
tenue y transido, desde su adorada Oleza, a una "literaria ciudad
amanecida" toda de gloria y eternidad.
Muere
Ramón Si jé a los 22 años, habiendo destacado como escritor notabilísimo, de
amplia cultura y original estilo.
Fundó
y dirigía en Orihuela la revista "Gallo Crisis", donde su espíritu
inquieto y privilegiado defendía briosos ideales. Un acabado trabajo literario
sobre "Oleza, pasional natividad estética de Gabriel Miró", reveló en
sus 19 años una precocidad crítica, en lenguaje razonado, impropio de edad tan
temprana.
Para
él que amaba lo hondo, desaparecer es penetrar en la mayor existencia, en la
mejor verdad, vida sin carne, ingrávida, inmortal, ascendida de fervores.
Las
ocho felicidades de los bienaventurados habrán descubierto sus paralelas
puertas de espejo para que elija su primavera ahita de conceptos, vitaminada de
concepciones sublimes, incienso de las frentes profundas de la idea en pira
ardorosa de fe.
Cuando
en el cerebro anida el genio y en el corazón el amor y en la sangre la
juventud, se forma por predilección divina, la trilogía sin ámbito en la
tierra. Al expirar el calor creador enciende una nueva estrella -fuego fatuo
del alma-, en el firmamento. Son las que nos miran estremecidas de compasión
por nosotros.
Siempre, la debilidad corporal, acumula
grandes energías espirituales. Así Ramón Sijé, endeble y pálido, llevaba en los
ojos calientes y "morenos" luces blancas de inspiración y fiebres de
prisa e impaciencia.
En
la Noche Buena del 35, entre cánticos de resurrección a un mundo mejor
-campanas y paisajes místicos de Orihuela agitada de despedida-, en intercambio
con la Natividad cristiana -tenía que sucederle así a Ramón Sijé-, huyó por el
camino de los elegidos.
Purificado
de sus palabras, aéreo de imágenes, sublimado de sus verdades, ardido de
literatura y humanidad, habrá cruzado el umbral último y desconocido como
estampa de un Greco pintor de adolescentes. Ya en lo exacto y firme, será llama
en alburas perennes.
En el lugar vacío de
Ramón Sijé, junto a las lágrimas, quemamos el aroma de un rezo.
María Cegarra Salcedo
(Tomado de "Vida y obra de Ramón
Sijé". José Muñoz Garrigós. Universidad de Murcia y Caja Rural Central de
Orihuela, 1987)
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María Cegarra Salcedo (Ana María Otilia), nació en La Unión (Murcia) el
28 de noviembre de 1899 (no en 1903 como ella dijo por razones femeninas) en
calle Mayor de la Unión. Fue la primera mujer perito químico de España, ejerció la docencia
durante 40 años en Cartagena, obtuvo la cátedra de Químicas en la Escuela de
Peritos Industriales. Su hermano Andrés (1894-1928) también fue poeta, maría sintió
mucho la muerte de su hermano, tuvo una hermana Pepita. Permanecio soltera y no se caso. Además de poetisa, era amiga del matrimonio
Antonio Oliver y Carmen Conde, fundadores de la Universidad Popular de
Cartagena. María y Miguel se conocieron en el homenaje a Gabriel Miró Ferrer
(Alicante, 1879-Madrid, 1930) celebrado
en Orihuela el 2 de octubre 1932 y organizado por Ramón Sijé, alma del
homenaje, cuyos primeros casos, según nos cuenta Vicente Ramos Pérez, se dieron
en julio de 1931, el comité estuvo integrado por José María Olmedo, José María
Pina Brotons, José María Ballesteros, a quienes se les unió más tarde Augusto
Pescador, Miguel Hernández. Previamente Sijé le dedicó a María Cegarra su
conferencia «Oleza, Pasional natividad estética de Gabriel Miró», que leyó el 30
de septiembre de 1932 en la Universidad Popular de Cartagena (antigua Escuela
de Comercio).