Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com
viernes, 10 de marzo de 2023
Miguel Hernández, un rayo que no cesa. Diario de Sevilla.
Calle Rioja
Miguel Hernández, un rayo que no cesa
La Academia de Buenas Letras
rindió homenaje al poeta con ponencias de Alfonso Guerra, su biógrafo
José Luis Ferris y los especialistas en su obra Rovira y Carmen Alemany
Un momento de la intervención de Alfonso Guerra en el homenaje a Miguel Hernández.
/
Fundación Cajasol
Unos
milicianos republicanos asesinaron en Elda a un guardia civil. Era el
padre de Josefina Manresa, el amor de Miguel Hernández, la que sería su
esposa. El yerno decide alistarse para defender la República. Una prueba
contundente de dos de los vectores de la vida de este poeta, la
inocencia y el compromiso. Así tituló Alfonso Guerra la conferencia de
clausura del homenaje que la Academia de Buenas Letras le ha hecho a
Miguel Hernández (1910-1942). El político y académico sevillano fue
anfitrión de José Luis Ferris, José Carlos Rovira y Carmen Alemany, tres
de los más reputados especialistas en la obra del poeta de
Orihuela.José Luis Ferris (Alicante, 1960) lo leyó por primera vez con
14 años, concretamente La canción del esposo soldado, y le ha dedicado
buena parte de su tiempo. Este profesor superó un infarto y un premio
literario (ganó el Azorín de novela) para entregarse en cuerpo y alma a
Miguel Hernández. "Es un poeta que te roba la energía, no me ha pasado
con ningún autor". Un rayo que no cesa.
Utiliza un símil ferroviario. "Cogió en marcha el último
vagón del tren de la modernidad". "En 1616 muere Cervantes y el Siglo de
Oro se cae en pedazos. España no tendrá Siglo de las Luces ni
Romanticismo. ¿Qué es lo que pasa en España en el primer tercio del
siglo XX?". Es el tercio de Miguel, "un gran poeta y un hombre muy
desgraciado", en palabras de Guerra, que murió con 31 años después de un
itinerario por trece cárceles.
En una de ellas, un compañero de presidio, Antonio Buero
Vallejo, le dibujó un retrato que preside estas jornadas. El mismo
dramaturgo que recopiló y publicó en la revista Ínsula en 1960 el poema
El vals de los enamorados, analizado por José Carlos Rovira (Alicante,
1949), catedrático emérito de Literatura Hispanoamericana, que fue
comisario del año hernandiano en el centenario del nacimiento del poeta.
Este homenaje se abrió el 8 de marzo, día de la Mujer.
Ferris, que llegó a contabilizar 133 mujeres que escribían poesía en la
España de los años treinta, biógrafo de Hernández pero también de Maruja
Mallo, Carmen Conde o María Teresa León, explicó la biografía de Miguel
Hernández con su apego a dos mujeres contrapuestas, Maruja Mallo, que
acaba de volver de París de conquistar a Picasso y a Breton, que ha
metido a Alberti en el surrealismo, y Josefina Manresa, andaluza de
Quesada, paisana de los aceituneros altivos, mujer de moral estricta con
la que rompe y a la que volverá.
Dirán del poeta que era "un rojo que se equivocó de
camino". "Como diría su padre, él se lo ha buscado". El padre del poeta
trabajaba con la venta de ganado y al morir su socio reclama a su hijo
para que cambie los versos por el ordeño. Entre los 15 y los 20 años
será pastor de cabras que lleva en su mochila libros de Virgilio,
Góngora, Garcilaso, Rubén Darío. Ferris desmiente el doble cliché de
poeta autodidacta y poeta pobre, aunque sí encontrará en la poesía "una
forma de desclasamiento".
"Lorca le tenía alergia, la del 27 era una generación de señoritos y niños de papá". [Neruda por no enfadarse con Lorca le siguió el juego y en el poema "Oda a Federico García Lorca" no citó a Miguel entre los nombre relacionados. A Miguel le sentó muy mal no verse citado].
Tanto Ferris como Rovira inciden en el papel fundamental
que ejercerá en el poeta la amistad con Pablo Neruda, al que conocerá en
la redacción de Cruz y Raya, Revista de Afirmación y Negación dirigida
por Bergamín. En dicha revista conoce también a José María de Cossío,
que le da trabajo en la Enciclopedia de los Toros. En Nueva York o en La
Habana le han hecho a este profesor la misma pregunta: ¿tan buen poeta
era Miguel Hernández?, como si quisieran escrutar lo que hay de calidad y
lo que hay de martirologio.
Rovira abunda en el magisterio del poeta por el manejo de
los clásicos: Góngora, Quevedo, San Juan de la Cruz, Villamediana, a
quien descubre por Neruda, o Lope de Vega, sobre el que dará una
conferencia en Cartagena en el tercer centenario de su muerte. ¿Y los
demás poetas que viajaban en ese tren de la modernidad? Miguel Hernández
es mucho más joven. "Vicente Aleixandre es como su hermano mayor". En
casa del poeta que ganó el Nobel en 1977 conocerá en la Nochebuena de
1935 la muerte de Ramón Sijé (1913-1935). Dice Ferris que la Elegía a la
muerte de su amigo es, con las Coplas de Jorge Manrique a la muerte de
su padre y el poema de Lorca a la de Ignacio Sánchez Mejías "uno de los
poemas funerarios más importantes escritos en castellano".
Cuando los poetas del 27 se reúnen en Sevilla, Hernández
tiene 17 años. "Federico era Dios para él, trata de imitarlo en teatro,
en poesía, en influencia literaria". Hay una doble diferencia. Su
aceptación. "Lorca le dice a Aleixandre que le tiene alergia a ese
chico, que si lo invita él no va a su casa. Miguel no se cuidaba, no
llevaba zapatos porque le sangraban los pies, y Lorca es un señorito. La
del 27 es una generación burguesa. Salvo Salinas y Guillén, que eran
profesores, los demás eran niños de papá". Y su compromiso. "Miguel
Hernández no quiere ir a ningún despacho. Prefiere estar cavando zanjas y
enterrando amigos en el frente, donde se presenta como mecanógrafo.
Cuando va al Palacio donde se reúne la Alianza de Intelectuales
Antifascistas a recoger el correo, le abre Cernuda disfrazado de Sissí y
ve a Alberti de domador de circo".
El profesor Rovira anunció la próxima aparición del libro
Miguel Hernández, corrector de pruebas de Pablo Neruda. El poeta de
Orihuela estudió francés y se atrevió a traducir a Baudelaire. En El
rayo que no cesa hay reminiscencias de Petrarca y Boscán. Y la penuria
del momento. "Espero venderlo todo", escribe el poeta en una carta,
"para poder pagarle a Manuel Altolaguirre, que se me ofreció a
editármelo".
Ferris va a publicar un libro sobre 27 mujeres del 27 y
habló de una mujer fundamental para que finalmente aceptara el envite de
la biografía de Miguel Hernández. "Vino expresamente a Alicante para
convencerme. Era Dulce Chacón". La inocencia y el compromiso de un poeta
intenso, "no hay nada en Miguel que no sea él", que se atrevió a
publicar un auto sacramental en plena República.
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Academia de Buenas Letras de Sevilla
Miguel Hernández (Orihuela, 1910-Alicante, 1942) no se agota. El autor de El rayo que no cesa o Cancionero y romancero de ausencias,
que mantiene la devoción de los lectores, sigue despertando también el
interés de los estudiosos. Los hallazgos en torno a su vida y a su obra,
la revisión de una figura casi inabarcable, un poeta inmenso y en constante evolución,
a la que el imaginario colectivo redujo sin embargo a ciertos
estereotipos que no hacen justicia a su grandeza, han propiciado que
Hernández conserve su vigencia más de ocho décadas después de su muerte y
siga siendo objeto de un debate apasionado.
El creador de Viento del pueblo protagoniza ahora unas jornadas de homenaje en la Fundación Cajasol –organizadas junto a la Real Academia Sevillana de Buenas Letras–,
una oportunidad para reencontrarse con un hombre que más allá del
compromiso por el que pasó a la posteridad amó y vivió intensamente, con
la misma fiebre con la que escribió. Será José Luis Ferris,
profesor de Literatura Española de la Universidad Miguel Hernández y
biógrafo del poeta, el que abra este encuentro este miércoles a las
19:00 en la sala Antonio Machado de la calle Chicarreros. Ferris ha ido
actualizando a lo largo de los años una excepcional biografía del
alicantino, en la que entre otras cuestiones el investigador desbarata
esa visión del autor ignorante tocado misteriosamente por el genio, ese
retrato inexacto del poeta cabrero que no pudo formarse. Su relación con
Maruja Mallo, que inspiraría El rayo que no cesa,
y el desigual trato que le prodigaron los integrantes de la Generación
del 27 –un grupo en el que Aleixandre fue su mayor aliado; a Lorca
parecía incomodarle su compañía, y Alberti abandonó a su compañero a su
suerte en la Guerra Civil– son otros flancos que Ferris ha atendido en
su trabajo y que abordará en su ponencia Mito y realidad de un poeta.
Le seguirá, el miércoles a las 20:00, la intervención del
catedrático emérito de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de
Alicante José Carlos Rovira, un especialista que a lo largo de su fecunda trayectoria ha editado a Hernández y a otros poetas como Rubén Darío, Neruda y Gil-Albert. Ha participado en la publicación de la Obra Completa del creador de Orihuela y le ha dedicado trabajos, rigurosos y emocionados, como El taller literario de Miguel Hernández (entre los clásicos y la vanguardia). Rovira trae a Sevilla una disertación con el sugerente título de Otra vez sobre Miguel Hernández y los clásicos, con alguna novedad.
La también catedrática de la Universidad de Alicante Carmen Alemany,
responsable de un importante hallazgo de 170 apuntes y esbozos de
Miguel Hernández, textos valiosísimos para acceder a las claves de su
escritura, tratará sobre este descubrimiento en su charla De cómo Miguel Hernández creaba sus poemas y algunas reflexiones sobre sus textos inéditos. La presencia de Alemany está programada este jueves a las 19:00.
Una hora más tarde será el ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra,
amante de la poesía, quien cerrará las jornadas con su conferencia
Miguel Hernández. La inocencia y el compromiso. En otras ocasiones, como
en una mesa redonda en la Feria del Libro de 2010, Guerra ha expresado
su asombro por la evolución poética “vertiginosa” que tuvo el autor.
“Ocurre en diez años, pero lo más sorprendente es que, en esos diez
años, Miguel Hernández se pasó tres años en la guerra, como soldado, y
tres en la cárcel”. Un tiempo en el que cantó al amor y a la mujer, a la descendencia, antes de entender su deber moral de llevar su voz hasta el compromiso político.