Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

lunes, 17 de marzo de 2014

Presentación de "Miguel Hernández, el desafío de la escritura", de Carmen Alemany.

El proceso creativo de la poesía hernandiana, se presenta el jueves 20 de marzo a las 20:15 horas en el Instituto Alizantino de Cultura, de Carmen Alemany, participan la autora, así como los reconocidos hernandianos: José Carlos Rovira y José Luis Ferris.


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El secreto literario de Miguel

El poeta oriolano escribía sus versos tras un largo proceso creativo que pasaba por la redacción de frases en prosa separadas con guiones y que iba convirtiendo en poemas - La profesora de la UA Carmen Alemany recoge esta investigación en el libro El desafío de la escritura

15.03.2014 | 00:55 /Información
 
Carmen Alemany ha estudiado el proceso creativo literario de Miguel Hernández.
Carmen Alemany ha estudiado el proceso creativo literario de Miguel Hernández.
Cuando en 1930 realizó su primer viaje a Madrid con el objetivo de entrar en el círculo de los grandes escritores del momento, Miguel Hernández se dio cuenta de que si quería ser poeta tenía que trabajar mucho el lenguaje. Esa premisa de juventud se grabó tanto en su ADN que la lucha por conseguir la máxima calidad literaria le acompañó a lo largo de toda su trayectoria. La profesora de la Universidad de Alicante y estudiosa del poeta oriolano Carmen Alemany ha analizado ese proceso creativo y su desarrollo en las obras del autor, y ha recogido los resultados en el libro Miguel Hernández, el desafio de la escritura, editado por el Instituto Juan Gil-Albert.
Un título muy adecuado a lo que fue un reto constante para ir mejorando en toda su creación y la desmitificación de la idea de que era un escritor con una capacidad innata para la poesía. «No se puede dudar de que esa capacidad existe, pero lo que demuestro con esta investigación es que era una poesía que elaboraba muchísimo», apunta Carmen Alemany.

Y esa es una de las principales particularidades de su proceso creativo porque lejos de escribir directamente sus versos, para después darles vueltas hasta llegar al resultado final, algo habitual en la gran mayoría de escritores, Miguel Hernández iba construyendo los poemas a través de diferentes pasos. El primero, la escritura de frases en prosa que separaba con guiones, para a partir de ellas trabajar hasta convertirlas en versos.

Alemany comenzó a estudiar este aspecto del poeta oriolano en sus tesis, presentada en 1992, y cuando salieron a la luz los nuevos manuscritos que había en el archivo, publicados en la obra completa. «A partir de ahí publiqué algunas cosas, pero faltaba mucho porque mi idea era descubrir el secreto germinal de la escritura hernandiana». Por eso ha analizado desde sus escritos de juventud y su primer poemario, Perito en lunas, hasta el último, Cancionero y romancero de ausencias. Precisamente en este libro es donde se encuentra el poema más elaborado de Hernández, Hijo de la luz y de la sombra. «Tiene un proceso larguísimo, con cinco bocetos y después unos poemas variantes , va tachando, cortando, añadiendo, hasta llegar al poema final».

En su primera época, en la que Miguel estaba en pleno proceso de aprendizaje del lenguaje literario, lo que hacía era copiar poemas de otros. Por ejemplo, las décimas de Jorge Guillén, «para luego hacer poemas similares de métrica, como ejercicio literario; también traduce poemas de los simbolistas franceses, aunque con su precario francés es mas probable que consultara traducciones». Además, copiaba el significado de palabras que buscaba en el diccionario y luego las utilizaba en las octavas. «Hacía muchos juegos de palabras y juegos con rimas, todo para mejorar su calidad literaria».

Anotaba «cientos y cientos de páginas con frases», en las que reflejaba la idea del poema y luego muchas de ellas las pasaba a verso y las trabajaba hasta que llegaba a la definitiva. «En los manuscritos encontramos frases tachadas y me plantée por qué lo hacía; a veces está clarísimo, porque no tiene altura poética, y otras porque ya las ha incorporado al poema, para no equivocarse; también ocurre que en muchos casos no las utiliza pese a que son bellísimas».

Es curioso también lo que lleva a escribir en octavas. «Los poetas del 27 habían escrito en octavos y él quería ser como ellos, lo que ocurre es que es una estrofa muy cerrada y muy compleja, por eso tiene que practicar mucho», apunta Alemany. De hecho, analizando las octavas que escribió, tanto las 42 de Perito en lunas como las que quedaron fuera, que en total son más de 90, llega a la conclusión de que son distintos procesos.

En el caso de El rayo que no cesa, se trata de sonetos. «Mientras que en la octava el proceso es complejo, aquí ya tiene mucha práctica y le sale sin tanta elaboración, directamente ya va al poema aunque muy pensado». Antes de llegar a este libro pensó en escribir uno que se titulase El silbo vulnerado, pero no lo terminó. Después empezó otro, Imagen de tu huella, que tampoco acabó, y finalmente El rayo que no cesa, «que es la conjunción de algunos poemas de ambos libros». Con ello se llega a la conclusión de que algunos poemas que se dijo que estaban dedicados a determinadas mujeres «no podían estarlo porque aún no las conocía».

Viento del pueblo lo escribe en plena Guerra Civil y no tiene mucho tiempo. «Es significativo que sigue escribiendo esos bocetos en prosa, pero antes servían para construir directamente el poema, y ahora le sirve para crear temas muy genéricos, le van a servir tanto para poesía como para teatro o para las crónicas de guerra».

«Hay una cosa de El niño yuntero que me encanta. Está escrito en octosílabos porque es un metro que se adecúa más al castellano y muy popular, muy comunicativo. Sin embargo, hay un manuscrito en el que vemos que lo había empezado a escribir con endecasílabos que es un verso mucho más culto. Por el tipo de acentuación que utiliza, 3+8, no es muy habitual, y lo bueno es que así lo que hace es eliminar el comienzo del verso y dejarlo en octosílabos. Eso me parece genial. Solo cambia el comienzo». En cambio, El hombre que acecha lo escribe tras su viaje a la URSS. Está en Cox y tiene más tiempo para madurar los poemas. «Ahí sí que hay bocetos muy largos en prosa, entre guiones, que le van a servir para la versión definitiva. Y hay algo bastante sugerente porque tiene tres poemas centrales, y el primero y el último fueron escritos al mismo tiempo».

La presentación será el martes, a cargo del catedrático José Carlos Rovira, a quien Carmen Alemany ha dedicado el libro.