4.427 nombres españoles contra la barbarie nazi en Mauthausen
El BOE ha publicado este viernes los datos de los republicanos que perdieron la vida en los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial
Durante años, los datos de 4.427 personas que murieron en el campo de concentración nazi de Mauthausen-Gusen
entre 1940 y 1945 estuvieron arrinconados en unos viejos libros de la
sede del Registro Civil Central, en la madrileña calle de la Montera.
Nombres, apellidos, lugares de nacimiento y fechas de defunción que
permitían unir los crímenes nazis con las miles de historias personales
de estos españoles republicanos, que lucharon en dos guerras y sufrieron
lo indecible hasta encontrar su final en un campo de concentración. Tras fijar el 5 de mayo como un día para homenajear todos los años a las víctimas españolas del nazismo, el Gobierno ha publicado este viernes en el Boletín Oficial del Estado (BOE) los datos de todas las víctimas españolas de Mauthausen.
El objetivo de este edicto, además de reconocer a estas
personas, es el de que los familiares y descendientes de las víctimas
puedan cotejar por sí mismos los datos disponibles. La lista publicada en el BOE
ha sido coordinada por un grupo de historiadores, dirigidos por el
profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Gutmaro Gómez Bravo,
que asegura que “hay datos de apellidos o lugares de origen que pueden
ser erróneos porque muchos prisioneros de guerra tenían miedo de que
hubiera represalias contra sus seres queridos o compañeros políticos”.
“Es un valioso documento histórico, pero tiene posibles errores y por
eso se abre un proceso de alegaciones”, explica Jorge del Hoyo,
coordinador académico de la comisión interministerial para el 80
aniversario del exilio republicano, una condición política que tenían “el 99,9%” de las víctimas de Mauthausen.
A los 4.427 nombres que aparecen en los libros se han
añadido 695 más tras el trabajo de los historiadores, que han utilizado
fondos de asociaciones como la Amical de Mauthausen para tratar de poner
nombre y apellidos a todas las víctimas españolas del genocidio nazi,
también aquellas que acabaron en otros campos y que se registrarán en
futuras inscripciones. Gómez Bravo asegura que este trabajo de registro
es “muy importante” desde un punto de vista de memoria histórica porque,
cuando la España franquista recibió los archivos, los
escondió. Reunidos en 10 volúmenes, debían haber servido para que los
familiares de las víctimas pudieran reclamar compensaciones tanto a
Alemania como a Francia, pero fueron olvidados a propósito.
“Las defunciones de estas personas nunca fueron inscritas
en el Registro Civil. Esta es una manera de devolverles la dignidad”,
opina la magistrada del Registro Civil Amalia Basanta, instructora de
este expediente. Han pasado 74 años desde que las tropas americanas
fueran recibidas, precisamente un 5 de mayo, por los presos republicanos
con una enorme pancarta que rezaba: "Los españoles antifascistas
saludan a las fuerzas libertadoras". Hasta ese momento, casi 10.000
habían pasado por este grupo de campos de concentración nazis situados
en torno a la empresa de Mauthausen en Austria, donde se utilizaba la
mano de obra esclava para extraer granito en varias canteras de la zona.
En torno a la mitad de estos prisioneros pudieron vivir para contarlo,
pero los datos de aquellos que no pudieron superar las terribles condiciones de los campos han recorrido un largo camino hasta llegar al BOE.
“En el año 51 se recibieron de Francia una serie de oficios
a las autoridades españolas, comunicando los datos de identidad, fechas
de nacimiento y fechas de defunción de los ciudadanos fallecidos en los
campos, sobre todo en Mathausen-Gusen”, relata Basanta. Los libros,
según explica Del Hoyo, fueron el resultado de la recopilación de fichas
de identidad que realizaban presos españoles, obligados por los
alemanes. Cuando se acercaba la fecha de la liberación del campo,
consiguieron que los oficiales nazis no destruyeran las pruebas de su
barbarie guardándose parte del archivo. Una de las personas claves en
ese trabajo fue el barcelonés Joan de Diego Herranz, que consiguió
sobrevivir a la guerra y murió en 2003, con 87 años, en su ciudad natal.
La mayoría de las víctimas eran republicanos que habían cruzado la frontera francesa
en los últimos meses de la Guerra Civil y que pasaron a formar parte
del Ejército francés o se integraron en la Resistencia francesa. También
había mujeres y niños procedentes de los campos de refugiados del sur
de Francia. Cuando el país cayó bajo el dominio nazi y se instauró el
régimen de Pétain, estos republicanos fueron trasladados a Austria. La
iniciativa vino del Gobierno de Franco: el ministro de Gobernación y
cuñado del dictador, Ramón Serrano-Suñer, acordó con la cúpula nazi que
todos los prisioneros de guerra españoles fueran realojados en campos de
trabajo. Actualmente, solo quedan seis con vida.
Basanta asegura que la iniciativa de Justicia tiene como
objetivo “la reparación” de las víctimas, con la intención de “sacar del
olvido a estas personas, con efectos inmediatos desde un punto de vista
jurídico". La magistrada aclara que aunque este edicto no significa por
sí mismo que las víctimas o sus descendientes adquieran la
nacionalidad, sí es “una forma de reconocerlos como españoles, porque
tenemos la competencia para inscribir los fallecimientos de españoles en
el extranjero”. El Ministerio de Justicia proyecta también la
colocación en Madrid de un monolito que recordará la memoria de estas
víctimas del nazismo, que podrán por fin volver a España aunque solo sea
a través de la constatación legal de su muerte.
Consulte el listado completo de prisioneros españoles que murieron en los campos de concentración nazis [si no ve la tabla, pulse aquí]