Una siesta en Ocaña:
¡Oh Señor!. Alivia a
aquéllos
que sus rotas espaldas no
les dejan trabajar.
Amén.
Padre Nuestro cárgalas con
pan y vida, para
ellos y familia.
Amén.
No les dejes caer en la
esclavitud, compénsales
con lo que les
corresponde.
Amén.
Enséñales tu misericordia,
pero en especial,
tu justicia.
Amén.
No permitas que los
poderosos abusen de ellos.
Amén.
Hazlos más iguales y
dignos.
Amén.
Tú Señor que estás en los
Cielos, cuida de los
que están aquí.
Amén.
Se despierta empujado por
estos versos:
La muerte y la vida
son estados
correspondientes
dispuestos a la aventura,
evidentemente.
¡El imprescindible poeta
de sacrificio es imprescindible!.
©Manuel-Roberto Leonís,
marzo 2020.