A PALMERAL: No me cabe duda que usted sabe mucho sobre Miguel y sobre R.Sijé (Pepito Marín) y agradezco sus comentarios ligeramente discrepantes con los míos pero desde el respeto. Muchas gracias. Pero todavía deseo insistir en algunos matices porque a mí, cuando escribo o hablo sobre Miguel, “por doler me duele hasta el aliento”.Tiene usted razón en que muchas personas ayudaron a divulgar la poesía de Miguel (eso ocurre siempre cuando un buen poeta empieza a darse a conocer)pero no le quepa a usted ninguna duda de que si nadie lo hubiera “ayudado” a darse a conocer, igual nuestro enorme poeta se habría abierto camino con su talento innato. Un poeta se hace, pero antes de eso se nace o no hay ayuda que lo salve.Carlos Fenoll le solía reñir a Ramón Sijé porque el cariño de éste sobre Miguel era bastante posesivo hasta el punto de que pretendía que Miguel se dejara “guiar” por sentirse intelectualmente mejor preparado.Esta influencia, en opinión de Carlos, no era buena porque le restaba al poeta su libertad creativa. En lo que discrepo es en que usted diga que Miguel era un pedigüeño. Mire usted, Palmeral, he pasado noches enteras en el horno de Efrén, de la calle Arriba, escuchando cosas muy intimas sobre Miguel que el hermano de Efrén, Carlos, un buen poeta hoy injustamente olvidado en Orihuela,le había contado a Efrén.(Por ejemplo, que una noche el bruto del padre de Miguel fue a buscarlo al horno donde hacían todas las noches la tertulia Carlos Fenoll. Pepito Marín y Miguel Hernández.
Una noche llegó el padre de Miguel, un hombre embrutecido, y levantó la mano para pegarle a su hijo una bofetada. Carlos le aferró el brazo en el aire y le dijo: A un poeta no se le pega) Cuando Efrén cerró el horno y se fue a vivir a Valladolid, yo le compré toda la biblioteca que él había heredado de su hermano. Y entre los libros encontré cosas importantes, por ejemplo papeles escritos de puño y letra de Miguel con muchos borradores de "Perito en Lunas". (Insisto, Miguel no sentía esa forma de poesía gongorina y por eso le costaba tanto escribirla). Y volviendo a lo de pedigüeño, Miguel tenía demasiado amor propio para asignarle ese adjetivo.En Madrid, por momentos, pasó necesidades extremas pero lo sobrellevó con altura. Quien más lo ayudó, sin tener un duro, fue Carlos Fenoll (el panadero de más aire) que idolatraba a Miguel y lo cuidaba como a un hijo, desde que era ese jovencito que abandonó los estudios en Santo Domingo a los 14 años, cuando ya despuntaba el genio inmenso de Miguel. Resumiendo, Palmeral, con el mayor respeto, tiene usted razón que algunos coetáneos lo ayudaron publicando sus primero poemas, pero a mí no me cabe duda que aún sin esa ayuda Miguel igual habría llegado a ser ese poeta universal que hoy se estudia en todas las clases de literatura de todas las universidades del mundo, algunas muy lejanas como en Malasia, Indonesia, Filipinas, etc. ASÍ QUE, INSISTO, NO ES MIGUEL HERNANDEZ QUIEN LE DEBE ALGO A ORIHUELAo a sus coetáneos SINO QUE SOMOS TODOS LOS QUE AMAMOS LA POESÍA LOS QUE LE DE DEBEMOS MUCHO A MIGUEL.
Le agradezco que usted me haya manifestado sus valiosas opiniones con respeto. Muchas gracias y felices fiestas.
Por último, y ya no entraré más en estos comentarios, veré a ver si encuentro un bosque donde perderme, agradeciendo a Barcelona Joyce, Jinete Pálido y Ausente, la defensa que hacen de mi modesta persona. También le deseo lo mejor a ese “oriolano” que me ha llamado subnormal, y ojalá reflexione y modifique sus métodos fascistoides.
HILARION LILLO ROCHE
(Oublicado en Teleorihuela)