(Otras rosas me pones en las manos. Cuadro de Palmeral inspirado en el soneto nº 25 de "El rayo que no cesa")
Por Ramón Fernández Palmeral
NOTAS PRECEDENTES
En el año 2004 publiqué mi libro ilustrado Simbología Secreta de “El rayo que no cesa” de Miguel Hernández (Palmeral, Alicante,) prologado por el profesor Francisco Estreve, quien comenta «Es, por lo tanto, un razonamiento en voz alta y nuevas valoraciones de este incesante rayo henandiano». En dicho libro expuse mi parecer y lo que me sugerían los poemas y sonetos de este libro de amor y desamor de un poeta que sufre los dardos del destino y los rayos inagotables de la pasión hernandiana o miguelhernandina como se solía decir antes.
La simbología del El rayo que no cesa, inagotable o incesante como dijo Francisco Esteve para el prólogo de mi libro, ya anotado, de José María Balcells.
Para mí, el título del poemario deriva de los tres priermos poemas que en su día los creí suficientemente analizados, sin embargo, con el tiempo he llegado a descubrir que este rayo incesante, inagotable de inspiración encierra otros secretos que he ido descubriendo con el tiempo, meditaciones que voy a compartir en alta voz con el lector. Ocho veces se repetirá la palabra rayo en el libro de Miguel, desaparece entre el soneto 20 al 29, lo cual avala mi teoría de que el nombre del libro se debe a los tres primeros sonetos, y luego más tarde se alude al rayo como elemento ornamental de los sonetos. La inagotable fuerza del rayo.
En síntesis, en el corazón del poeta habita un rayo amoroso, un rayo que a la vez le puede destruir, un rayo/amoroso que no puede controlar, que le paraliza, acapara y le doblega. Las tres primeras composiciones tienen continuidad en la concepción o construcción del edificio poético.
El rayo atmosférico fecunda la tierra, para el poeta es un elemento de fornicación entre el cielo y la tierra, por la imagen entre condón umbilical entre los dos elementos, y además, luego la lluvia mojará la tierra y la fecundará. Por ello el poeta lo toma como símbolo de amor tortuoso, y el rayo que hay dentro de él mismo que le atormenta.
EPÍTOME DE LOS TRES PRIMEROS POEMAS
1.- Un carnívoro cuchillo...
En la primera estrofa nos hallamos con el rayo metamorfoseado en cuchillo ante una animación de lo inerte: un carnívoro cuchillo..., un cuchillo que, a pesar de su apariencia mansa de ala dulce, es un traidor y asesino rayo homicida. La relación de semejanza entre rayo y cuchillo se realiza a través del enlace mineral: rayo de metal crispado. El rayo puede volar y tiene un brillo, y le persigue, y le rodea alrededor de mi vida. Desde el principio, el poeta nos anuncia un evidente peligro, tiene parangón con la intriga en las novelas policíacas, ¿qué va a pasar? Nos advierte de los peligros del amor como un rayo que anida en el costado.
Para la segunda estrofa el rayo eléctrico, como ya se ha dicho, se funde en rayo de metal crispado, es decir, forjado en la energía de un cuchillo y con su agudo punta picotea como el pico de un pájaro carpintero, y en mi costado y hace en él un triste nido, el nido significa la herida, la señal de la puñalada homicida, el rayo del amor. Y en fulgentemente caído, (podría haber ido entre comas de inciso), quedaría más comprensible [Rayo de metal crispado,/ fulgentemente caído,]
Para la tercera estrofa: Descripción de su cabeza y de su corazón. Mi sien, florido balcón, significa que su cabeza, durante su juventud fue un florido balcón de memorias y añoranzas, ahora está negra, oscura, confusa. Seguidamente refuerza corazón dos veces, porque interiormente se ha vuelto juicioso y débil, lo define con el apelativo de con canas. El poeta tiene un corazón viejo a pesar de su juventud física.
Para la cuarta estrofa: Tal es la mala virtud del rayo... Y me pregunto ¿qué mala virtud puede tener un rayo? El rayo posee la velocidad de la luz, inmediatez y este exiguo espacio de tiempo es su mala virtud, puesto que en la metáfora del siguiente verso voy a mi juventud como la luna a la aldea, nos da la solución, el poeta compara la velocidad con el vigor fecundador del rayo (él mismo), y con el vigor sexual de su juventud que no parece metal crispado.
Para la quinta estrofa nos hallamos ante una mineralización de lo humano: sal del alma y sal del ojo, alma mineral, sal del ojo, las lágrimas convertidas en sal. Y flores de telarañas..., no he llegado a averiguar qué significa, porque me supera, pienso en los barcos de sal de Torrevieja, una hipótesis podría significar, deshecho el hipérbaton, que con sus tristeza recoge flores marchitas (de telarañas), de mi juventud (de mis edades tempranas del verso 10)- por culpa de mi tristeza.
Para la sexta estrofa tenemos dos versos independientes. En el primero se pregunta: ¿Adónde iré que no vaya / mi perdición a buscar? Su perdición es ir a buscar a su amada con el celo hipnotizado de un enamorado, quien, repetidas vece le rechaza, y este rechazo significa su perdición espiritual. Y más o menos significa: ¿Adónde iré...? si no es contigo. En el segundo verso el rayo atmosférico, con el verso tu destino es la playa, se refiere a los rayos que caen del cielo al mar y no fecundan la tierra. El agua de lluvia despierta a la tierra y a los seres que larvados viven en ella. En el verso y mi vocación del mar, se refiere al mar como origen de la vida, de fecundación, nos lo explicará en el soneto 22.
La séptima estrofa se refiere al descanso del guerrero/amante, quiere descansar de los excesos de la labor de amante, esta labor de huracán, el ejercicio del amor llega a extenuarle, por ello hace el inciso de: amor o infierno, ya que el sexo, y no el amor, puede convertirse en un infierno. Quiere descansar, tanto le exige la amada, amorosa fiera hambrienta (Verso 9 del soneto 28). «Ya puedes, amorosa fiera hambrienta...» que descansar no es posible, y por eso, el dolor de no complacerla será para él a mi pesar [o penar] eterno. El verso quedaría más expresivo si convertimos el adjetivo posesivo (mi) en pronombre personal (mí) más una coma, y sustituir pesar por penar: [y el dolor me hará a mí, penar eterno.] Ya Cossío hizo una corrección de una coma [me hará, a mi pesar eterno], según Agustín Sánchez Vidal (1976,146). Pero respetemos la decisión del autor.
Para la octava estrofa: Nos dice que al fin podré vencerte, es decir, podrá vencer al rayo veloz, inmediato que le hiere por su mala virtud. Esta aseveración se reafirma con ave y rayo secular (seglar, clérigo), puesto que las aves como los rayos bajan de los cielos con fulgente velocidad. Se completa la estrofa con que la muerte es segura en él, de hecho el poeta murió a los 31 años de edad, (bostezo breve: Brines). Termina reconociendo que de la muerte no duda, sabe que morirá, como si presagiara su muerte próxima y cercana.
Para la novena estrofa nos dice que el rayo/cuchillo seguirá volando e hiriéndole. Para una más eficaz comprensión he quitado las comas del segundo: sigue, y se leerá: [sigue, pues sigue cuchillo, volando, hiriendo...]. Y acaba con la sentencia de que algún día /se pondrá el tiempo, los años, acabarán dejando color sepia sobre mi fotografía. Es decir, algún día los años acabarán con mi vitalidad.
2.- ¿No cesará este rayo...
En este soneto vemos una explosión de vitalidad, pura arquitectura verbal y formas plásticas que enaltecen los sentimiento hasta cotas jamás alcanzadas por el don concedido a los poetas auténticos como es el caso de Miguel, tocado por la gracia. El poeta reconoce que el rayo vive dentro de él y se hace una pregunta: ¿No cesará este rayo que me habita / el corazón...? No sabemos exactamente quién o qué cosa significa aquí rayo, sin embargo, el rayo habita dentro del poeta, un rayo habita en mí. Nos parece que el poeta, sumido en un misticismo extra corporal, casi cósmico, se pregunta o pregunta no sabes a quién, ¿cuándo acabará este dolor de sufrir, este dolor?, que es como exasperadas fieras y de fraguas coléricas (encendidas, candentes, calientes, crisol) rígidas hogueras. Comparemos exasperadas fiera con amorosa fiera hambrienta (v.9, soneto 28), porque el rayo también podría significar tentaciones de la carne. También pudo escribir: [¿No cesará esta tentación / que me habita el corazón?] nos quedaría un verso plano digno de un poeta mediocre, pero estamos ante Miguel Hernández que nos supera en imágenes conceptivas y utopías. Un rayo potente, eléctrico, que es tan fuerte que es capaz de fundir el metal más fresco, o más duro o resistente, casi mineral, que es lo que significa esta comparación, marchitar es fundir, se pregunta cuándo cesará este rayo, que le está convirtiendo en una exasperada fiera.
En segunda cuarteta de «Un carnívoro cuchillo...», ya dice rayo de metal crispado. Alusión a cuchillo como rayo.
El segundo cuarteto es una aliteración, una repetición de reafirmación del anterior, se vuelve a preguntar cuándo cesará este rayo pero toma la forma alargada y de las cabelleras de las estalactitas, de las espadas que van hacia su corazón de toro (mugir es le lamento propio de los vacunos).
En el primer terceto nos lo explica, este rayo no se agota porque procede de él mismo de mí mismo tomó su procedencia, por ello no se agota porque su dolor lo produce él mismo, el rayo como círculo fulgente de un poeta neo-áureo, cuando acaba el dolor acaba la vida, porque para él la vida es vivir en carne viva bajo los anhelos del amor. Es tan grande como su propio dolor y le atormenta y sobre él mismo su rayo ejercita sus furores de autodestrucción. Por esto en el soneto 4, dirá se volvió el poroso y áureo pecho /una picuda y deslumbrante (rayo) pena.
El segundo terceto: esta obstinada piedra..., es su corazón materializado en piedra, bronco, metal, porque brota de él mismo, de dentro de él, y sobre el corazón se dirigen los lluviosos rayos destructores, desde el cielo, desde donde proceden los rayos atmosféricos, la lluvia o desde las tentaciones peligrosas sobre su corazón ya de piedra. Veamos Lluviosas soledades del soneto 27, O Lluviosas alas, en el soneto “Nubes y arcángeles”, del primitivo “Silbo”.
La ilustración condensa esta idea, los rayos se dirigen hacia el corazón, lo rodean y le quieren herir. Dedicado a Francisco Esteve por su prólogo.
3.- Guiando un tribunal de tiburones...
El primer verso del primer cuarteto Guiando un tribunal de tiburones es una metáfora de guiar un rayo, este rayo feroz de tiburones, que gracias a la capacidad asociativa de los conceptos, nos lleva a intuir un universo significativo que nos evoca intencionalidad de un lenguaje trágico: tribunal de tiburones, como elementos de fieras terroríficos, y nos hace un símil como con dos guadañas eclipsadas,/ añade elementos cósmicos como un eclipse, con dos cejas tiznadas y cortadas / de tiznar y cortar los corazones, dos guadañas arqueadas como cejas, cortantes.
Como un poeta del barroco trata de enfrentar lo real y la aparente, romper los equilibrios, buscando el dinamismo por contrate y nos hace reflexionar y buscar el símil en que una guadaña de rayos solares secciona el recuerdo de su amada tierra, y esa guadaña tiznada, es la pena negra, la de tiznar los corazones. Nos sugiere que su corazón está cortado por la guadaña de la distancia de sus amores, tiznada de segar la lánguida hierba del olvido como una pena negra-tiznada. Nos rememora que las cejas tienen la misma forma arqueada que las guadañas de segar la lánguida hierba de los prados o en la huerta. Significa: guiando un rayo has entrado con mi corazón
Por ello escribe en el mío has entrado y en él pones / una red de raíces irritadas. Quien ha entrado es el rayo en su corazón, y ha puesto estas raíces irritadas en forma de red, son los rayos lluviosos en forma de raíces furiosas, luminosas, zigzagueantes, raíces-rayos-irritados-relámpagos. Red de raíces, una red dura y resistente, insuperables, amordazante, red brutal que acapara, paraliza el territorio de las pasiones, que le han atrapado el corazón amoroso, y me has hecho un corderito o un perro sumiso como un girasol-perro, pero corderito ni perro son poéticos y nos da cuatro definiciones de este corderito: 1) el sumiso y amarillo del girasol, sumisos al sol, por eso el ojo-sol de la amada. 2) un terrón para siempre insatisfecho. 3) un pez embotellado es un pez sin libertad. 4) un martillo harto de golpear en la herrería, es decir, un martillo cansado, agotado.
Conclusión:
Se pueden llegar a varias conclusiones. Una que El rayo que no cesa es el libro que nace de una amor frustrado, el de Carmen Cegarra; otra que luego pasa por el amor puro de pueblo de Josefina Manresa; y una tercera para repasar el amor tortuoso y sexual de Maruja Mallo; termina con el amor filial a Ramón Sijé. En definitiva este rayo es inagotable, eterno como lo es su autor Miguel Hernández, porque todo aquello que nace del corazón y de la luz es inmortal.