Sinopsis:

Página multimedia virtual sobre la vida, obra y acontecimientos del universal poeta Miguel Hernández -que murió por servir una idea- con motivo del I Centenario de su nacimiento (1910-2010). Administrada por Ramón Fernández Palmeral. ALICANTE (España). Esta página no es responsable de los comentarios de sus colaboradores. Contacto: ramon.palmeral@gmail.com

jueves, 20 de agosto de 2009

MIGUEL HERNÁNDEZ Y EL DOBLE DISCURSO

Por Javier Catalán

Ya rugen los motores del universo hernandiano, deshojando fechas del calendario que nos ha de llevar al encuentro con el primer centenario del nacimiento de Miguel Hernández (1910-2010). Ya se aprestan con aparente paso firme los atavíos que habrán de engalanar tan esperado momento. Y no faltan las aspiraciones, propuestas y proposiciones desde todas partes agolpándose tras la hoja de ruta. Y aunque no todas cuajarán siquiera en proyecto formal, lo cierto es que Miguel Hernández, su mensaje humano y su poesía, lejos de permanecer afectos a una época ya pasada, cobran cada día mayor vigencia y actualidad en esta realidad presente y convulsa, cuajada de conflictividades sociales, donde la voz y la palabra del autor de “Viento del Pueblo” encuentran perfecto alojamiento, leyéndose, traduciéndose y estudiándose más que nunca su vida y su obra, ahora ya sí, con el apoyo institucional que nunca debió faltarle.
Pero esta evidencia tan reluciente esconde tras de sí un oscuro pesar. Porque sesenta y cuatro años después de su fallecimiento en 1942, Miguel Hernández continúa debatiéndose entre dos frentes. Y resulta desde todo punto descorazonador comprobar cómo aún hoy día el nombre y la memoria del poeta de Orihuela sigue transitando entre la hostilidad de dos bandos bien definidos. Porque el universo hernandiano es hoy un universo dividido y la antedicha hoja de ruta es una con dos páginas enfrentadas. Porque dos son, en la actualidad, los discursos vinculados a Miguel Hernández: uno desde Orihuela, otro desde Elche.
Y tal vez esta realidad bipolar sea menos perceptible, e incluso imperceptible, lejos de este radio de acción, pero no por ello menos real.
Desde Orihuela, el mensaje nos llega por boca del primero de los oriolanos, el Sr. José Manuel Medina Cañizares, alcalde de la ciudad, y por la vía de cualquier evento relacionado con la figura de Miguel Hernández en el que sea requerida su intervención. Y advertimos entonces un discurso unidireccional, monocorde y repetitivo, pleno de alabanzas a Miguel Hernández y a lo mucho y bien que desde las instituciones públicas se está haciendo en honor al poeta de Orihuela, a la par que cargado de hostilidad y resentimiento hacia la familia del poeta afincada en Elche y, por extensión, hacia la propia ciudad de las palmeras. Discurso ofensivo y pobre que por carecer carece hasta de ironía; irascible y burdo hasta tal punto que genera serias dudas de si acaso al alcalde le importa en algo Miguel Hernández o si, bien al contrario, se limita a desempeñar un papel predeterminado y bien aprendido, en una trama que tal vez responda a fines no precisamente literarios y que trasciende el ámbito local. Y es que pasa por alto el Primer Edil oriolano que la actitud poco complaciente de la familia del poeta, en la actualidad, con la ciudad que él dirige se debe, en buena medida, al comportamiento poco generoso del pueblo de Orihuela con su poeta y, por extensión, con los legítimos herederos de éste; y, asimismo, al trato negligente y descuidado con que fue “atendido” el legado de Miguel Hernández inicialmente depositado bajo la custodia del Consistorio oriolano.
Desde Elche el mensaje nos llega por boca del Sr. Rafael Navarro Mallebrera, director del Centro Hernandiano de Estudios e Investigación de Elche, y por la vía de una conferencia titulada “El legado de Miguel Hernández”, que ha pronunciado, y al menos en dos ocasiones en los últimos meses, en la ciudad de Orihuela.
Y es muy de agradecer la contundencia y claridad expositiva con que el doctor Navarro ilustró al auditorio acerca de la ingente herencia documental y sentimental que la familia del poeta ha decidido depositar bajo la tutela y custodia del Ayuntamiento de Elche, y sus razones para ello; así como en relación al tratamiento técnico apropiado que, ahora sí, se le está dando a todo ese material de forma escrupulosa en el referido Centro Hernandiano de Estudios e Investigación que él mismo dirige. Los 1536 documentos literarios, entre los que se incluyen manuscritos tan emblemáticos como la carta que enviara Miguel Hernández a su mujer a mediados de 1939 desde la cárcel madrileña de Torrijos, y en la que figuran las célebres “Nanas de la cebolla”; las más de 4000 cartas, destacando las cerca de 300 que Vicente Aleixandre remitió a Josefina Manresa, viuda del poeta, y en cada una de las cuales enviaba dinero a la familia; la máquina de escribir del poeta; el no menos célebre retrato de Miguel Hernández de la mano de Antonio Buero Vallejo; y un largo etcétera. Sin duda, un importante legado.
Y tal vez sin pretenderlo, aunque no sin razón, lo cierto es que el doctor Navarro consiguió sacar los colores al pueblo de Orihuela, para sonrojo y vergüenza de los allí presentes y también de los allí ausentes, lanzando continuos y más que justificados reproches con relación al tratamiento dado en su día a buena parte de ese legado en la ciudad natal del poeta; y mostrando, asimismo, su contrariedad respecto a la nula atención que desde Orihuela se presta a todo lo que desde Elche se promueve. No hizo falta ningún esfuerzo de los asistentes para sentirse aludidos.
Y uno celebra el atrevimiento, la severidad y la falta de diplomacia del señor Navarro Mallebrera, pues si de algo careció históricamente este pueblo oriolano fue de talante autocrítico y reconocimiento de los propios errores. Y fue un error, un grave error, disponer en su día de buena parte de ese legado y maltratarlo como se hizo por el Ayuntamiento de Orihuela. Y fue un error, un grave error, el comportamiento del pueblo de Orihuela tras la muerte de Miguel Hernández, y ya en democracia, con la familia y la propia memoria del poeta.
Apuntaba el doctor Navarro como responsables directos no sólo al Consistorio oriolano, sino también al Gobierno autonómico. Y más diría yo, a los propios oriolanos, pues la insensibilidad de los gobernantes a menudo no es sino el reflejo de la indiferencia de los gobernados.
Las heridas han sido muy profundas, es cierto, y el estigma que pesa ya históricamente sobre el pueblo de Orihuela en su relación con Miguel Hernández y su familia, difícil de extirpar
Pero el tiempo es travieso y, en ocasiones, se divierte jugando con el futuro.
Al rencor e insensibilidad iniciales, sobrevino la indiferencia, el ostracismo. Pero se abre, de unos años a esta parte, y en ésta su tierra natal de Orihuela, un nuevo horizonte de reconocimiento institucional, ya por convencimiento ya por oportunidad, hacia el autor de “El rayo que no cesa”. Y no por tardía debiera ser objeto de menor reconocimiento la reacción de los poderes públicos, tanto locales como autonómicos, especialmente si la reacción ha sido buena. Y a tal diagnóstico parece responder la realidad actual, habida cuenta del enorme prestigio que comienza a acumular, de entre todas las fundaciones literarias de este país, la Fundación Cultural Miguel Hernández, con sede social en Orihuela, como punto de referencia indiscutible del universo hernandiano; y en cuyo Centro de Estudios Hernandianos se investiga, recopila, estudia y divulga Hernandismo, de manera incansable, por los cuatro costados y con alcance nacional e internacional, colaborando en la traducción poética de Hernández a las más diversas lenguas, concertando convenios de colaboración con las sedes del Instituto Cervantes de medio mundo (Egipto, Filipinas, Rusia...), con la Academia Norteamericana de la Lengua Española (Nueva York), con la ONCE para la traducción poética de Miguel al Braille, organizando congresos internacionales para el estudio de la obra hernandiana, y un largo etcétera.
Y, claro, esta feliz realidad se encuentra deliberadamente desterrada del discurso del Sr. Navarro Mallebrera, quien, tras declarar abiertamente la amistad que le une con el actual director de la Fundación Cultural Miguel Hernández, declaró, no obstante, su más absoluta ignorancia de cuanto en dicha institución se cuece, lo que, de entrada, dice mal del concepto de amistad del Sr. Navarro. Es de suponer que tal información no es relevante para la causa, lo que justificaría su ignorancia sobrevenida.
Cabría preguntarse, pues, a modo de corolario, cómo es que desde Orihuela se saca pecho y se alardea de todo lo realizado en los últimos cinco años, sin el menor atisbo en los poderes públicos, local y autonómico, siquiera de un amago de reconocimiento en forma de acto de contrición por todo lo no hecho y lo mal hecho en años anteriores. Cómo se explica que en el año 2001, coincidiendo con la salida de la familia del poeta del Patronato de la Fundación Cultural Miguel Hernández, hartos –sostienen los herederos- de promesas incumplidas y de falta de apoyo económico institucional, justo entonces, se multiplica por diez el presupuesto que se venía asignando desde Valencia a dicha Fundación.
Cabría preguntarse, por otro lado, cómo es que desde Elche, y con relación a Orihuela, se insiste con tanto denuedo en fijar eternamente el discurso en el pasado, omitiendo de manera intencionada toda referencia a cuanto se viene realizando en la ciudad natal del poeta en los últimos cinco años.
Alcanzar la respuesta cierta a estas cuestiones y la justificación de ambas posturas no debe de ser tarea fácil; así como interminable debe de ser el listado de reproches, razones, argumentos y contraargumentos, de uno y otro lado.
A Orihuela, tal vez, cabría pedirle, cuanto menos, prudencia y moderación en época de bonanza. Méritos presentes no pueden justificar ni deben hacer olvidar extravíos del pasado. Quien pierde la memoria, se dice, está destinado a repetir errores de otro tiempo.
A Elche, quizá, cabría pedirle rigor y precisión en su discurso, siquiera para revestirlo de mayor credibilidad. Que lo complete y actualice, pues la peor de las mentiras, siempre se ha dicho, es una verdad a medias.
Y cabría pedir a ambas partes un lugar para la reflexión, pues es un hecho cierto que las circunstancias y actitudes que provocaron la actual situación de confrontación han cambiado sustancialmente; que dejen de ignorarse y que se apliquen en el diálogo, que dialoguen entre sí, que lo hagan desde el reconocimiento y el respeto mutuo... sin ninguna simpatía, de acuerdo, pero que lo hagan por generosidad y consideración hacia aquél que hoy ya no puede alzar su voz, pero que les ha proporcionado a todos ellos, en todo o en parte, el protagonismo que actualmente acaparan.
Y entretanto, uno tiene la sensación de que Miguel Hernández no descansa en paz. Tanto dolor se viene agrupando al costado de su memoria, que por doler, le duele hasta la infamia y la torpeza de aquellos que se empeñan en luchas intestinas y querellas personales, y que no debieran emplearse mas que en consolidar, expandir y ennoblecer el recuerdo y la vigencia de un poeta esencial.
A tres años vista del primer centenario del nacimiento de Miguel Hernández, sería deseable que ambos frentes aunaran sus fuerzas y concentraran su esfuerzo en procurarle el mejor de los homenajes posibles, el de la reconciliación. Sin duda, el poeta lo merece.

Javier Catalán

Publicado en la revista PERITO, en SEP. 2007