Miguel Hernández regresa a Castuera
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AITOR L. LARRABIDE
Miguel Hernández ha regresado a la localidad pacense de Castuera hace unas semanas, setenta y un años después de su primer viaje a tierras extremeñas en mayo de 1937. El Centro de Desarrollo Rural (Ceder) La Serena invitó a la Fundación a participar en las jornadas "Guerra y Patrimonio en el frente extremeño", con motivo del 70 aniversario del cierre de la "Bolsa de La Serena". Durante dos días, el 23 y 24 de mayo, hemos compartido experiencias de recuperación del patrimonio cultural y la emoción se ha unido con la reflexión sobre la barbarie de la guerra, dentro del proyecto de colaboración de La Serena con el Consejo Comarcal de Los Monegros, en Aragón. Las intervenciones de los participantes serán recogidas en sus correspondientes actas. Más de cien personas inscritas son buena prueba del interés que han suscitado estas jornadas, reconocidas con 1,5 créditos por el Centro de Profesores y Recursos de Castuera.
La Fundación, representada por quien firma estas líneas, clausuró las jornadas con una conferencia sobre la trayectoria intelectual del poeta oriolano durante la guerra. El afecto por Miguel Hernández se plasmó en el numeroso público y en los comentarios que expresaron los allí congregados. Además, se hizo entrega al Ceder La Serena de un lote de publicaciones de la entidad oriolana y se cedió la exposición "Miguel Hernández y la Guerra Civil", muestra por la que mostró gran interés el presidente del Consejo Comarcal de Los Monegros en que fuera exhibida en tierras aragonesas. De cara al centenario de Miguel Hernández, Castuera también estará presente de manera activa con un homenaje que se tributará al universal poeta oriolano, con el apoyo de la Fundación que lleva su nombre. Este pueblecito de la provincia de Badajoz lleva siempre con orgullo asociada a su nombre el del poeta, lo cual también debe enorgullecernos a nosotros.
El catedrático Gabriel Cardona inauguró las jornadas con una conferencia en la que, panorámicamente, situó la guerra en su contexto militar. Y después, varios estudiosos hablaron del frente extremeño en 1938 (José Hinojosa Durán); una intervención muy interesante del arqueólogo Víctor M. Gibello Bravo sobre posibles actuaciones encaminadas a la conservación del Patrimonio de Guerra en Extremadura, tema principal de las jornadas. Gibello propuso diversas acciones para proteger un legado cultural que corre peligro de desaparecer por la desidia institucional; Antonio López, técnico del Ceder La Serena, y José Ramón González Cortes hablaron de la comarca de La Serena y del futuro Centro de Interpretación o Memorial del Campo de Concentración de Prisioneros de Castuera, al que más tarde me referiré. Antonio López es autor del único libro existente hasta la fecha sobre el campo de Castuera, publicado en 2006; Manuel Conte, presidente del Consejo Comarcal de Los Monegros, expuso su experiencia en la conservación y rehabilitación de los vestigios, con el apoyo de textos de George Orwell, que también estuvo en aquella zona durante 1937, y la creación del Centro de Interpretación de la Guerra Civil en Robres, con exposiciones, proyecciones, testimonios orales de supervivientes, etc., que posee un afán pedagógico y también de desarrollo económico y dinamizador de la comarca.
El apoyo institucional en Aragón contrasta con el silencio de la Comunidad de Madrid en Rivas Vaciamadrid y la propia capital. En el primer caso, Julián González Fraile, Óscar Navajas y Enrique Villalobos Juan expusieron los frutos de su trabajo, como la biblioteca dedicada a la guerra, el Proyecto Ciudadan@s, que consiste en la visita educativa a los escenarios de la Batalla del Jarama, o el campo de trabajo "Un río con nombre de Batalla", con jóvenes procedentes de todo el mundo. En el futuro, se creará un centro de interpretación con el apoyo municipal. En Madrid capital, el Gefrema (Grupo de Estudios del Frente de Madrid) lleva dedicados cinco años al estudio del Patrimonio Histórico de la Guerra Civil en la Comunidad de Madrid. Editan una muy interesante revista y su centenar largo de socios la acreditan como una de las más activas del Estado. Carlos Díez Hernando, secretario del Gefrema, narró sus experiencias para conseguir la declaración de Bien de Interés Cultural de los restos de la contienda en la Comunidad, y de la superación de odios y rencores mediante el estudio de unos años en los que reinó el horror.
El acto más emotivo fue la visita guiada al campo de prisioneros, a tres kilómetros de la localidad, creado en marzo de 1939 y que funcionó un año exactamente. Por allí pasaron entre 5.000 y 15.000 prisioneros. En octubre del pasado año, la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura anunció que se declararía Bien de Interés Cultural (BIC) los restos del campo: el foso perimetral y el asiento de los barracones (según algunas fuentes, hubo medio centenar de barracones donde se hacinaban los presos), así como una plataforma de cemento donde se ubicaba una cruz, y restos de los lavaderos y de las letrinas. De conceder esa protección, sería el primer campo de concentración con grado de BIC. Aquella lluviosa mañana de sábado, con una ventisca invernal en pleno mayo, reinaba la emoción de encontrarnos en un lugar en donde el bullicio de antaño contrastaba con el silencio respetuoso de hogaño.
Aitor L. Larrabide es doctor en Filología Hispánica. Fundación Cultural Miguel Hernández.
Diario Información 6 de junio 2009